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María José Pou

iPou 3.0

Las pilas de Rubalcaba

Los que criticaban a Zapatero por sus “ocurrencias”, no habían visto a Rubalcaba en horas bajas. En estos días, frente a la alternativa de Chacón, Medina o López, no tiene más proyecto que demagogia falta de energía. Parece como si se le estuvieran acabando las pilas y ya solo aportara alguna idea secundaria, sin fuste ni entidad.

Que si la revisión del Concordato, que si cambiar el nombre del PSOE, que si un fondo contra la pobreza, que si una brigada antifraude.

La última con la que nos encontramos ayer es prohibir los billetes de 500 euros con el curioso argumento de que son usados para delinquir.

Reconozco que yo solo he tenido uno de esos entre mis manos y sirvió para pagar íntegra la matrícula de un curso de idiomas que eran cuatrocientos y pico euros. Se fue tan pronto como llegó.

Sin embargo, entiendo las sospechas hacia el billete grande que manifiesta el líder del PSOE. Nadie blanquea dinero negro con billetes de diez euros. Excepto el que “especula” con la calderilla que gana jugando al bingo en el hogar del jubilado. Ese, obviamente, no es un gran defraudador con cuentas en Suiza, pero el que tiene fajos de billetes de quinientos detrás de un cuadro en el salón, quizás, sí.

Ahora bien, la clave está en ese “quizás”. No todos son delincuentes aunque algunos lo manifiesten así.

Lo preocupante, de cualquier forma, no es la idea de perseguir el fraude, algo en lo que podríamos ponernos todos de acuerdo sin demasiada discusión. Lo que llama la atención es la parálisis en la que se ha instalado Rubalcaba. Se nota sobre todo en esta sarta de ideas inconexas, dadas a conocer en fin de semana y con menos recorrido que la línea 2 del metro de Valencia.

Ni siquiera en un entorno tan descreído y tan despegado de los grandes temas, una idea exótica tiene futuro. Por eso imagino cómo deben de estar viviendo algunos en el PSOE esos estertores últimos de la agonía de Rubalcaba-secretario general. Asistimos a su falta de aire que intenta paliar con algunas bocanadas tristes como la de los delictivos billetes de 500. Y sufrimos todos viendo cómo se ahoga.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.