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María José Pou

iPou 3.0

Una bala, con be

Aparentemente, lo más inquietante de la carta que recibió ayer Javier Arenas era la bala que llevaba dentro. Sin embargo, para mí lo terrible era que estuviera llena de faltas de ortografía. La bala es una amenaza, pero las faltas son un ataque directo. La bala inquieta para el futuro; las faltas ofenden en el presente.

El político ha dejado el asunto en manos de la policía, como es lógico. Lo que no sabemos es si, localizado el delincuente, quedará su ignorancia también en manos de un profesor de lengua.

En la actualidad la exigencia de una escritura correcta parece haberse relajado gracias a la difusión de medios escritos para comunicarnos, como los mensajes SMS o los “guasa”, que decía el otro día un grupo de señoras por la Alameda.

Prevalece la rapidez, al parecer, incompatible con escribir bien. Corregir una palabra implica unas décimas de segundo, que se convierten en una eternidad en el mundo smartphone. Eso, unido a la dejadez y, no nos engañemos, al desconocimiento de la norma, lleva a leer cosas que hubieran escandalizado a los más iletrados del siglo pasado.

El problema no es que haya gente que no sepa unir dos letras en español sino que, incomprensiblemente, el mundo digital se ha convertido en un espacio de exhibicionismo literario que pone en evidencia al lerdo. Predominan espacios de debate, de comentario o de relación personal basados en el texto escrito: desde Twitter al chat para ligar, pasando por los comentarios de una foto en vacaciones.

En todo ello, la acción predominante es escribir, aunque sea para decir “jo, tío, qué guay, mola mogollón”. Como puede verse no es un verso atribuible a Garcilaso, sin embargo, en frase tan elemental puede uno retratarse por cómo escribe. Así, podemos encontrar cosas como “jo, tío, qe guall, mola mogoyon”, que debe de ser, poco más o menos, lo que ha recibido Arenas con la bala. Por mi parte, una vez detenido, le impondría una condena ejemplar: memorizar el Quijote. Si ha de escribir “distinto”, al menos que sea por amenazar “a vuesas mercedes si no tuviesen a bien atender lo que aquí escribióse”.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.