Viendo los datos del CIS me pregunto si el margen de error es más alto de lo que se dice o es la “opinión publicada” la que tiene su propio error de muestra.
Cuando digo “opinión publicada” la diferencio de lo que, tradicionalmente, se ha llamado la opinión pública, entendida como la gente de la calle. La distinción ya la estableció en su momento Felipe González de modo que la “publicada” era la de los medios de difusión descontando al ciudadano corriente.
En la actualidad nos creemos que cualquier reacción de Twitter es “la opinión pública”. Así, no hay nada que tema más un famoso que encontrarse con su nombre en el titular “fulanito incendia Twitter”, frase recurrente cada vez que se inicia una polémica. ¿Y qué es Twitter? Es una referencia, es un foro, es un espacio aparentemente libre pero nada más. “Incendiar Twitter” en el fondo es muy fácil. Digamos que está hecho de un material altamente inflamable. Solo hay que decir algo políticamente incorrecto y el efecto será inmediato.
Si fuera tan fiable como termómetro social, los datos del CIS no nos dirían, por ejemplo, que los valencianos en conjunto estamos orgullosos de serlo; que nos preocupa el paro mucho más que las señas de identidad o que consideramos más problemática, en la Comunidad Valenciana, la situación de los partidos políticos que los recortes. Todo eso lo refleja la encuesta pero no las redes sociales ni las voces dominantes para las cuales Valencia está inflamada de animadversión hacia el gobierno del PP.
En definitiva, que los datos recabados por los investigadores del CIS no se corresponden con lo que dicen que pensamos los valencianos. La pregunta es quién se arroga en portavoz nuestro y en razón de qué.
Sin ir más lejos, dicen que estamos avergonzados de ser valencianos por culpa de la corrupción y sin embargo en la encuesta son más los que consideran que la Comunidad Valenciana tiene unos niveles de corrupción similares al resto de España que quienes dicen que hay más casos en Valencia. Serán misterios de la sociología, errores del CIS o demasiada fe en aquellos que más gritan.