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María José Pou

iPou 3.0

Garantía de 30 años

Desde que tengo memoria, los españoles estamos manifestándonos contra las leyes de educación. Lo sé porque aún recuerdo cómo nos movilizamos desde el colegio para protestar contra la LODE y los que vinieron detrás, contra la LOGSE. Supongo que igual que estos días hay padres, profesores y alumnos organizándose contra la LOMCE.

Es curioso pero a los políticos se les llena la boca hablando de fracaso escolar y miran hacia el profesorado pero pocas veces miran hacia ellos mismos y su responsabilidad cambiando constantemente de leyes educativas.

No estoy diciendo que los problemas que veo en algunos chavales de veinte años capaces de escribir “embez de” en lugar de “en vez de” o “hierno” en lugar de “yerno” sean obra de los textos aprobados en el BOE pero sí la falta de una apuesta decidida, conjunta y prioritaria por una educación de calidad en nuestro país.

Con ese sector debería suceder como en su día con el funcionariado. Se hizo fijo para evitar los vaivenes de la política. Era la forma de mantener a los técnicos en unos puestos necesarios para el funcionamiento de la administración.

Con la educación debería hacerse un esfuerzo similar, esto es, aprobando unos criterios básicos, de solvencia contrastada e imprescindibles para asegurar de que el sistema funcione.

Mucho buscar las causas del éxito educativo finés y no asumen que allí se supera la diferencia de ideología. Aquí, en cambio, usamos las aulas para adoctrinar aunque sea contra el adoctrinamiento, valga la paradoja. Por eso cambiamos tanto de ley. Porque nos creemos que la anterior tiene claves ocultas que transforman a las futuras generaciones en enemigas políticas y porque queremos que, en todo caso, las ponga a nuestro favor. No hablo de unas siglas. Hablo de todos. Ése es el problema. No hay ningún partido que no piense en tocar la educación. ¿En cuántos programas electorales se habla de pactos con todos los grupos políticos para lograr una ley que permanezca también con “los otros”? Como hacen los obreros con las grandes reformas, deberían darnos garantía de la obra. Al menos, de 30 años.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.