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María José Pou

iPou 3.0

El coach presidencial

Una vez intenté convencer a uno de mis jefes de que me aceptara como “coach”. Por entonces yo no cobraba los 20.000 euros que, al parecer, iba a pagar el Consell por contratar a un “coach” para Alberto Fabra. Sin embargo, ni siquiera a cambio de invitarme a comer un par de veces, quiso mis servicios. Fue por pura modestia, por apuro, por no molestar.

Yo solo quería, por afecto, hacerle ver sus potencialidades, que es lo que corresponde al “coach” (‘entrenador’ en inglés). Poco tiempo después me di cuenta de que no me necesitaba para alcanzar el éxito porque lo obtuvo por sus propios medios. Lo hizo utilizando estrategias que yo jamás le hubiera enseñado, sobre todo, porque algunas de ellas chocan con mi ética. Entonces lo entendí todo. No era un líder pero sabía cómo moverse y a qué puertas tocar para sobrevivir y triunfar.

Ahí radica el punto más conflictivo, para mí, de la iniciativa que el Consell tuvo -y ya ha deshecho- respecto al “coach” de Fabra. No me preocupa que necesite un asesor de esto o de lo otro. Es cierto que me inquieta que necesite un “entrenador” de liderazgo precisamente. Entendería que fuera de inglés o de alemán pero de liderazgo, da que pensar, sinceramente.

Sin embargo no es eso lo peor. Ni siquiera que nos costara ese dineral, aunque si fuera para que hablara mejor chino y así consiguiera inversiones lo daría por bien empleado. Diría que “formado se viene de casa” pero podría aceptar que uno llega con sus limitaciones a cuestas. Sobre todo teniendo en cuenta cómo aterrizó Fabra en el Palau de la Generalitat.

Lo realmente preocupante de todo esto es la justificación dada por Císcar en un primer momento para justificar el dispendio. Dijo el vicepresidente que era “en beneficio de toda la comunidad”. Ahí es donde me duele, que se apele al interés general para algo de dudosa rentabilidad. Hacer de Fabra un buen líder es una inversión del partido o de sí mismo, no de los valencianos. Es verdad que no andamos sobrados de líderes pero seguro que hay muchos capaces de gestionar lo público sin costarnos un euro de más.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.