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María José Pou

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El otro paro

Llevamos tantos días oyendo hablar de la cumbre de la UE que ha empezado en Bruselas que parece la “madre de todas las cumbres”. Que si pactan PP y PSOE, que si se suman o no los demás grupos, que si llevan una posición conjunta, que si exigen a Merkel, que si llegan a acuerdos mínimos… da la sensación de que esta cumbre lo va a arreglar todo y va a situar a cada uno en su sitio.

De todos los asuntos, a mí me preocupa esa obsesión por el desempleo juvenil. No niego que es un problema gravísimo y que las cifras dan escalofríos. Es el sacrificio de toda una generación a la que se impide crecer, desarrollarse profesionalmente y sobre todo diseñar un futuro consistente.

Sin embargo, hay un grupo de desempleados que se olvida a menudo, quizás porque resulta menos impactante, menos demagógico y menos “vendible” en términos electorales. Me refiero a los parados de larga duración que superan los 50. Sin duda, es grave que un chaval de 25 no tenga perspectivas de iniciar su vida laboral pero es tremendo que un hombre de 50 la vea acabada de forma abrupta, sin más motivo que una reestructuración necesaria y sin ninguna posibilidad de reengancharse al mercado laboral.

Es grave terminar de estudiar y no tener trabajo pero también lo es perderlo quince o veinte años antes de jubilarse y saber positivamente que no se va a recuperar. La diferencia entre ambos grupos es que, mal que bien, el veinteañero aún puede acceder a algunos trabajos por la simple razón de su inexperiencia y juventud, esto es, porque es más barato contratarle a él que a otro con treinta años de curriculum. Sin embargo, éste último no puede ni siquiera consolarse con que le quieran como mano de obra de saldo. Sus conocimientos y su categoría muchas veces le impiden ser llamado. No es suficientemente mayor para prejubilarse ni demasiado joven para ser aprendiz. Está justo en la edad en la que vale más que nadie, puede dar más que muchos y sin embargo pocos lo prefieren.

Me preocupa, pues, que Europa construya un discurso aceptable para ganarse a los jóvenes y olvide a quienes la levantan cada día.

Temas

crisis, trabajo

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.