Hace un par de días me sorprendió una escena en la que la ministra de Fomento, Ana Pastor, le decía a Artur Mas que la política era “el arte de no decir tonterías”. No es que le estuviera acusando, justificó después, sino que lo decía como autocrítica en voz alta y parecía sincera toda vez que ha insistido a menudo en el realismo que debe imponerse desde un puesto como el suyo en plena crisis.
El comentario tuvo lugar durante la inauguración del acceso ferroviario al puerto de Barcelona y en el momento que Mas había aprovechado para decir que la buena relación entre su ministerio y la Generalitat de Cataluña debía trasladarse a otros ámbitos. O sea, que la Moncloa debía permitir el referéndum.
Lo que más me gustó es la explicación que dio la ministra a su “decir tonterías”, ella, que es, precisamente, una de las más sólidas del gabinete y que menos suele jugar a grandes y pomposos discursos. No se refería a decir tontunas, frases extemporáneas o memeces, como suelen hacer algunos, sino a prometer cosas que después no se cumplen. También ahí parecía estar dirigiéndose a Mas a tenor de sus reticencias actuales a celebrar el referéndum. Él dice que sí pero sabe que no podrá hacerlo sin incurrir en una ilegalidad, de modo que a sus socios les dice que sí para que no lo dejen caer ni ahora ni en el futuro plebiscito, y a Rajoy le dice que no para que no lance contra él al Estado de Derecho. Sin embargo, el problema lo va a tener con terceros, esto es, con los ciudadanos que están hartos de que les digan “tonterías” según la definición de la ministra, hartos de promesas incumplidas. Si le votaron con la mente puesta en la independencia, no aceptarán estas dudas y harán lo más temible para Convergencia: apostar por ERC como primera fuerza nacionalista. Es lo que puede conseguir Mas con sus vaivenes. El problema es que posiblemente, a estas alturas, el resultado sea el mismo tanto si sigue como si no. El papelón que está haciendo Mas es de lo peor que hemos visto, incluso para los propios catalanes que parecen estancados en un debate único.