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María José Pou

iPou 3.0

A vivir

Lo peor de las muertes tempranas es que no encontramos respuesta. Cuando se va una persona joven nos cuesta entender por qué, aunque la ciencia nos hable de problemas de salud, de consecuencias imprevistas de un achaque anterior o de males congénitos que no se habían manifestado hasta el momento.

En cualquier caso necesitamos una respuesta racional al por qué, no como causa sino como finalidad. En realidad nos estamos preguntando para qué. Eso es lo que no sabemos.

Con la desaparición repentina de María de Villota nos sucedió algo así. Si hubiera ocurrido cuando sufrió el terrible accidente que la dejó tuerta, no nos hubiera resultado tan difícil. Lo hubiéramos atribuido al choque y, aunque hubiera sido igual de triste, como lo son todas las muertes en la flor de la vida, no nos hubiéramos hecho más preguntas. Pero el ver que se recuperaba, que sacaba fuerzas de donde otros no hubiéramos podido hacerlo, que nos daba lecciones de superación y de vitalidad y que, justo cuando empezaba a reconducir su vida, la guadaña le esperaba sin poderlo prever, nos hemos desconcertado.

La pregunta, aquí, es más dura si cabe porque no acertamos a entender para qué de la prórroga. Cuando alguien, como ella, “vuelve a nacer” sabemos que la vida le está dando una oportunidad de enmendar, de mejorar, de entender por qué, de saber qué espera el mundo de sí misma o qué le falta por aprender. Sin embargo, una segunda parte tan breve no tiene sentido; no parece suficiente, no es sino una broma pesada de quien aceptó que volviera a la vida antes.

El dato que más sobrecoge es lo reciente de su boda. María se casó en el mes de julio y ante eso hay pocas explicaciones que lo justifiquen. Sigue sin haber una respuesta al para qué, aunque los que nos quedamos, dediquemos nuestras energías a buscarla. Será vano afán por encontrar una clave que nos ayude a discernir cuándo y por qué llegará nuestra hora. Una manera, como otra cualquiera, de seguir perdiendo el tiempo mientras la vida queda por vivir. La única enseñanza que nos deja María de Villota. Que para vivir nunca es pronto.

Temas

tragedia

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.