¿Se precipitó el hijo de Adolfo Suárez anunciando su muerte inminente? En este país de cotillas criticonas y “desfaenadas”, hubo muchas voces ayer que se dedicaron a censurarlo por convocar una rueda de prensa, por anunciar el desenlace antes de producirse e incluso por querer tener una gloria efímera. Resultan ruines, tanto si acertó como si se equivocó.
Si algo no puede reprocharse a Adolfo Suárez Illana es haber buscado el protagonismo con la enfermedad de su padre. Bastante duro tienen que haber sido estos once años viéndolo diluirse ante sus ojos sin poder hacer nada como para querer sacar rédito personal del drama. Porque lo es. Para cualquier familia y para todo un país. Un país que, ahora, siente más el peso de la mala conciencia que el dolor. España le debe mucho de la estabilidad que tiene ahora a ese hombre apagado, pero no ha podido decírselo porque no lo hizo en su momento y en el tiempo de los homenajes –cuando las tormentas cotidianas han pasado- Suárez ya no estaba con nosotros aunque estuviera. Es la espina que se nos quedará clavada por siempre colectivamente. Y ella no es la vara de medir la actuación del hijo ayer.
No sabemos lo que le pasó por dentro cuando decidió hacer público el final. Un hombre que ha estado sufriendo con su padre enfermo y apenas se ha asomado a los medios de comunicación para mostrar su pena no merece ahora ser fustigado por avanzar lo que él llevará avanzando años y años. Es el desgarro de quienes viven una tortura como ésa cuyo día a día se debate entre una vida que no es vida y una muerte que no se desea pero se necesita. Seguramente el hijo de Suárez esté roto por dentro y tal vez ni siquiera sea capaz de calcular bien la repercusión de lo que hizo. Él está en otra dimensión, acompañando a su padre en ese bosque brumoso que ha retratado Manuel Vicent en “El azar de la mujer rubia”. Salir de la bruma y volver al mundo real de disputas absurdas y de polémicas estériles no es fácil. No, al menos, sin gritar “imbéciles” a quienes discuten sobre sus minutos de gloria. Acertara o no, ahora toca acompañar a una familia que se sacrificó por España.