Es una pena que en esto de la política no hagan resúmenes al principio de cada episodio como en las series de televisión. Estaría bien que antes de una comparecencia pública o de una sesión de Les Corts, se escuchara una voz en off diciendo “en episodios anteriores…” y entonces salieran los protagonistas echándose en cara algo, brindando por el triunfo electoral o confesándole al contrario aquello de “yo soy tu padre” que en versión parlamentaria sería “que tire la primera piedra” y un plano del pedrusco en el salón de plenos con música de misterio de fondo.
Lo malo es que, si así fuera, en el PSPV padecerían continuamente el “Síndrome de Darrin”, ya saben, lo que sucede cuando en una serie, uno de los protagonistas pasa a ser interpretado por otro actor de la noche a la mañana. Como el personaje de Inés Alcántara en “Cuéntame”. Nadie lo explica, pero de pronto Inés tiene otra cara y es otra. Y todos hacen como si nada. Reconozco que el PSPV bajo ese síndrome daría de sí para el blog de Labastida, que hace honor a su nombre.
Es lo que sucedió cuando el papel lo interpretaba Jorge Alarte y de pronto apareció Ximo Puig y todos le llamaban Secretario General como si siempre hubiera estado ahí. Yo creo que fue entonces cuando me perdí. O habrá sido recientemente, no termino de averiguarlo.
Lo cierto es que ayer, cuando le escuché decir que Andalucía es un ejemplo de transparencia y lucha contra la corrupción, mi estupefacción me llevó a pensar solo una cosa: “¿me he perdido algún episodio?”. Reconozco que Valencia no puede presumir de virtuosa en ese sentido pero Andalucía no es, precisamente, la niña aplicada de la clase. Si Valencia estuviera suspendida por mal comportamiento, Andalucía le haría compañía castigada durante el recreo. Por eso me dejó perpleja el comentario de Puig. No sé si será el efecto “mona de Pascua” con sus anisetes y su canesú pero el panquemao le ha sentado fatal a líder socialista. Tan acaramelado solo puede ser cosa de las torrijas o del arnadí. Faltó que Susana Díaz le estrellara el huevo de la mona de Pascua en la frente al grito de “reacciona, Ximo, reacciona”.