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María José Pou

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Los “padres” de Francisco

Hoy es el “Día de los cuatro papas”, dice la prensa, dos celebrando la canonización y otros dos, elevados a los altares en esa ceremonia. Francisco, el único pontífice en ejercicio; Benedicto, el emérito apartado de la vida pública; Juan Pablo, el convocante de masas y Juan, el pastor bueno.

Hoy todos los ojos estarán puestos en el papa actual y en el que renunció, generalmente oculto para no desautorizar a su sucesor pero hoy presente en un papel muy secundario. Sin embargo, y sin desmerecer en nada a los vivos, deberíamos poner los ojos en los otros dos.

Llevamos meses oyendo hablar de la revolución de Francisco. El primer papa americano nos hace ver que sobran oropeles y reconocimientos mundanos entre los obispos e incluso exige que los pastores “huelan a oveja”, pero pocos pontífices del siglo XX han sido más pastores que Juan XXIII. Él, mucho antes de que Bergoglio fuera siquiera ordenado sacerdote, ya reclamaba a los obispos que actuaran como tales al servicio espiritual de los fieles, visitando la diócesis y ejerciendo su papel pastoral.

Francisco nos tiene acostumbrados también a mensajes muy mediáticos, grandes frases sorprendentes que caben en un tuit. Sabe utilizar los gestos, las imágenes y las metáforas para llegar a un público generalmente alejado de la retórica un tanto ajada de la Iglesia. Sin embargo, hubo un papa antes que él que fue capaz de conquistar el espacio que hasta el momento ocupaban estrellas de cine o de rock. Fue Juan Pablo II, un místico que dominaba la escena como pocos y que sedujo a un grupo muy difícil de conquistar desde el púlpito: los jóvenes.

En realidad, ambos son los “padres” de Francisco como pontífice. Su mérito es haber fusionado la exigencia interior de uno y el carisma exterior del otro. Lo que está por ver es si la renovación del actual papa supera las logradas por otros dos considerados “de transición” en el momento de su elección: el “aggiornamento” que consiguió Juan XXIII con el Concilio Vaticano II y el punto de no retorno que marcó Benedicto XVI con su renuncia. Ambas sí fueron verdaderas revoluciones. La actual aún está en gestación.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.