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María José Pou

iPou 3.0

Los morritos y otros pálpitos

Hay días en los que preferiría vivir en Moscú. No es que me gusten los sombreros de piel, el vodka con limón -o sin él- o sentirme amenazada por la patria chechena en lugar de la vasca. Yo prefiero el solete de los chiringuitos comiendo tellinas mediterráneas regadas con un Marina Alta. Y sin amenazas de ningún tipo de frustrados sin fronteras.

Mi vena moscovita nace de un vano intento por conseguir no entender a la clase política, y, para ello, qué mejor que exiliarme a Moscú donde, con un poco de suerte, no conseguiría aprender ruso ni aunque tres vidas viviera.

Solo así creo que mi alma alcanzará la paz. Mientras entienda lo que digan, menos comprenderé que sigan ahí diciéndolo. Por eso ayer fue un día especialmente aciago.

En pocas horas, se produjo una conjunción astral de ésas que en adelante solo espero que tengan lugar entre vacunas de todas las galaxias.

Por un lado, el alcalde de Valladolid dijo que a él le ponen los morritos de Pajín. A Dios gracias no mencionó el apellido pero su exabrupto fue tan inoportuno como revelador. No digo que a un señor no le pongan los morritos de una señora pero que la capacidad de análisis resida en las gónadas a estas alturas resulta, cuanto menos, penoso.

Por otro, salió el de Benidorm con aquello de que tiene el pálpito de que va a ser candidato por el PSOE. El pálpito. Ay, el pálpito. Por su culpa casi no lo cuento. Cuando lo oí me atraganté con un caramelo de limón del que aún tengo carraspera. ¿El pálpito? A ver si lo que tiene es arritmia y no se lo ha hecho mirar.

Para rematar, el abad de la Valldigna, fray Francisco, acusó a Luna de ser hijo de las tinieblas frente a los del PP que son hijos de la luz. Padre Francisco, deje de citar el Evangelio en sede profana, por favor, que luego se queja de que le tiran piedras. Cualquier día de éstos me apunto a la representación de un pasaje evangélico y entro en Les Corts, como Jesús, a tirar a los mercaderes del Templo.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.