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María José Pou

iPou 3.0

El viaje de Artur

Artur Mas ya no necesita preocuparse por cambiar su viaje ni esforzarse para explicar si va a estar o no en la proclamación del nuevo rey. El solo hecho de anteponer su tour por los Estados Unidos al inicio del reinado de Felipe VI ya le retrata. No digo yo que no sea un viaje muy organizado y cuya alteración suponga una gran incomodidad para todos, pero poco importa que sea su primer viaje a la luna. Su sentido de Estado ya ha quedado demostrado. No necesita más. Tiene vocación de mosquito en la grupa de un elefante. O sea, irrelevante.

Lo de Artur Mas es la actualización del feo gesto de Zapatero de quedarse sentado ante la bandera de los Estados Unidos. Un desplante, un desprecio ante lo que sus aliados consideran importante y, en su caso, además, un error de estrategia. Si no consigue la independencia, le habrá hecho ese desaire al Jefe del Estado. Del suyo. Si la consigue, se lo habrá hecho a su vecino más próximo y principal valedor en el mundo.

No es que me sorprenda. A estas alturas, no espero de Mas que sepa comportarse como un gran estadista. De Mas espero menos, valga el juego de palabras. No da más de sí ni exprimiéndolo como un limón. Lo que me apena es que represente a los catalanes que, superando el “postureo” político, están preocupados por lo que realmente importa: por la buena vecindad y la estabilidad que producen riqueza y prosperidad para todos. Sea dentro o fuera.

Eso es también lo que quita el sueño a los españoles, según el CIS. En su último barómetro, realizado antes de conocer la abdicación del rey, los encuestados no parecían ansiosos por cambiar de régimen, enviar al exilio a los Borbones y proclamar a los cuatro vientos que España mañana será republicana. En mayo, solo un 0’2% dice incluir la monarquía entre los tres principales problemas de nuestro país frente a un 80% que habla del paro; un 35%, de la corrupción o un 25%, de los políticos. En ambos casos, estamos asistiendo a una problematización artificial, por parte de políticos interesados, que no responde a una inquietud real entre la población. En definitiva, una utilización del ciudadano. Algo feo, muy feo.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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