Para algunos, lo peor de las protestas de las Femen es que lo hagan en topless. Es una forma de queja que les ha dado mucho rendimiento pero que tiene en sí misma el germen de su perdición. Sirve de reclamo porque es provocativa, pero se convierte en un agujero negro de la protesta: absorbe toda la energía y muchos solo se quedan con la imagen de los pechos al aire. Personalmente ni me altera ni me escandaliza. A estas alturas no es el único espacio público donde puede verse a una mujer en esa tesitura y además no veo ningún problema habida cuenta de que a los hombres se les permite ir con el torso desnudo sin que nadie les tache de desvergonzados. Es más, muchas preferimos eso a la camiseta imperio. Sin dudarlo.
Por ello no veo problemático el uso de esa estrategia pero sí de otras cosas que entran de lleno en algo más que la provocación. En la ofensa.
Entiendo que alguien pueda defender el aborto, aunque no lo comparto. Me produce un especial desgarro que lo califiquen de “sagrado”. Consideraría aceptable que los derechos humanos se pudieran catalogar de “sagrados”, aunque preferiría dejarlo en su reconocimiento y defensa. Sin embargo, el derecho a la salud, que es a lo que se agarran quienes defienden el aborto, colisiona con el derecho a la vida del no nacido. No es una opinión. Es un hecho. Por eso se insiste tanto en el embrión como grupo de células (no hay más que recordar el ‘ser vivo no humano’ de la ministra Aído). De esa forma se sortea el núcleo duro de la argumentación, la posibilidad de decidir sobre la vida de otro. Catalogar esa posibilidad como ‘sagrada’ en el sentido de incuestionable, me causa escalofríos.
Pero, por encima de todo ello, que las Femen exijan la sacralidad del aborto en un templo y agarradas a un crucifijo hace que pierdan toda legitimidad en su protesta. Ellas, con su actitud, están negando la condición sagrada al espacio que ocupan violentamente y al objeto del que se apropian, pero, al mismo tiempo, exigen el respeto que se le da a lo sagrado para una opción ideológica totalmente discutible. Es desproporcionado, incoherente e innecesariamente ofensivo.