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María José Pou

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El trono

Cuando ayer vi al rey Juan Carlos dejar su sitio al príncipe de Asturias, hoy Felipe VI, me di cuenta de era el trono lo que le cedía. No había caído en ello pues veía una silla más elevada que las otras tres ocupadas por la reina y los príncipes, pero atribuía esa diferencia a los problemas del rey con su cadera. No era así. No era una silla especial por las dificultades físicas del monarca. Habían añadido una pieza para que ese asiento ejerciera de estrado particular. Era apenas una discreta elevación que situaba a quien se sentara en él por encima de los demás. Era el trono de España. Y me gustó. Nada de oro y plata; nada de asientos barrocos sobre mármol frío. Madera y apenas unos centímetros. Eso era lo que distinguía al rey de los demás. Lo que mostraba, en terminología utilizada por los republicanos, que el “ciudadano Juan Carlos” era el rey. Por eso le cedió el lugar a su hijo. Para que simbolizara con su intercambio la sustitución del titular de la Corona.

Los tronos de la monarquía española no han sido nunca especialmente ricos a tenor de lo que puede verse en el Alcázar de Segovia, en el Escorial o en Aranjuez. Solo el Palacio Real, decorado en épocas dadas a la ostentación, muestra un mayor gusto por materiales caros. Lo que caracteriza a los otros tronos son el estrado y el dosel. El estrado muestra la autoridad al situarlos por encima; el dosel cubre sus cabezas y es donde leemos, por ejemplo, el “Tanto monta” de los Reyes Católicos.

Ayer y hoy la monarquía española se muestra contemporánea: ni pleitesía ni coronación, solo sucesión normalizada. Quienes conocemos la historia de España sabemos lo atípico que es eso y lo beneficioso que es para todos la normalidad. Sin enfrentamientos, derramamiento de sangre, conjuras ni rupturas violentas. Eso no impide que se inicie un debate sereno y constructivo sobre el futuro de la monarquía en nuestro país pero, desgraciadamente, muchas de las voces que lo piden no muestran ni serenidad ni mirada de futuro. El trono sí era el de un rey actual. Apenas una ligera diferencia, necesaria para indicar su lugar, y en lo demás, como todos.

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Rey

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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