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María José Pou

iPou 3.0

Las órdenes

“Obediencia debida” lo llamaban en los juicios de Nüremberg o en los de la Argentina postVidela. Obediencia debida era la forma de autoexculparse por parte de los criminales que habían dirigido campos de exterminio o vuelos de la muerte. Eran militares y por tanto tenían la obligación de cumplir órdenes, ése era el contexto del argumentario de la defensa. En ese punto se planteó el debate entre aceptar una injusticia de forma acrítica por quienes debían limitarse a obedecer o bien rechazarla asumiendo las consecuencias que, en el caso de las dictaduras, podían llegar al consejo de guerra y la pena de muerte.

Salvando las distancias de época y comportamientos, que nada tienen que ver, ayer recordé el argumento al conocer las justificaciones de algunos mandos intermedios de RTVV ante el juez. Lo único que tienen en común es la apelación a los superiores para indicar que uno mismo no tiene responsabilidad en las decisiones tomadas.

Es cierto. El último responsable de RTVV es quien estaba por encima pero eso no exime a quien obedecía. Al menos, no del todo. Por mucho que los presupuestos vinieran determinados por los superiores, su gestión correspondía a quien decidía a qué destinarlos. Es verdad que si sus opciones eran desastrosas para la entidad, los superiores debían haberlo advertido y haber tomado medidas. Eso los convierte a todos en responsables.

Al mismo tiempo, si la gestión era pésima e incluso fraudulenta, quien lo ve no está obligado a tragar sin más. Tiene la opción de alertar de ello. Es arriesgado, sin duda. También lo era levantar la voz por los inocentes en la Alemania o la Argentina sometidas a la bota de militares asesinos. Decir la verdad y ser fiel a la conciencia tiene un precio a veces altísimo.

El problema es que este razonamiento puede aplicarse en cascada. Si un jefe actuaba mal, el jefe inferior debía decirlo y, le duela a quien le duela, también el trabajador. Su precio era más alto quizás porque no se jugaba un ascenso sino un sueldo. Pero justificar lo contrario es apelar a la obediencia debida. Aunque a algunos no les guste oírlo.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.