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María José Pou

iPou 3.0

Perder el DNI

El problema de la nueva ley de Seguridad no es que exista. Hay determinados comportamientos que requieren una acción contundente o al menos enviar el mensaje de que una sociedad democrática no debe tolerarlos, como el insulto constante, el acoso y la amenaza hacia un ciudadano que algunos señalan con el dedo y ponen, así, en el centro de la diana. Es cierto que la impunidad con la que algunos han paseado por el mundo a pesar de sus maldades ha terminado por irritarnos pero eso no justifica el extremo opuesto.

La verdadera utilidad de la ley no es perseguir al español de bien que quiere manifestar su queja en público, aunque así lo parezca, sino dar cobertura a las fuerzas de seguridad cuando persiguen el exceso. Lo malo es que en el intento por erradicar lo mayor, se ve perjudicado lo menor, es decir, para evitar la protesta violenta y descontrolada, se ataca también a la que no lo es, como ocurre cuando queriendo matar un virus, nos recetan antibióticos que nos dejan hechos una pena.

Hay algunas faltas incluidas en la nueva ley que resultan cuando menos chocantes, como el hecho de perder tres veces el DNI en tres años. No creo que sea habitual pero habrá quien tenga tan mala pata que se vea en ese supuesto. ¿Tan grave como para penalizarlo? Depende. Si se pretende perseguir a quien dice haberlo perdido para cambiar, por ejemplo, de fotografía con algún fin inconfesable puede que sea necesario contemplarlo así.

Lo mismo sucede con los animales “feroces” que anden sueltos “aunque no lleguen a causar daños”. Ni explica qué significa “feroces” ni parece razonable incluir una referencia más a las existentes en las ordenanzas municipales que suelen penalizar llevar a los perros sin correa o sin bozal cuando pertenecen a determinadas razas. Se están castigando, pues, algunas cosas que solo merecen sanciones administrativas y mucho sentido común de quien tiene que decidir cuándo es permisible y cuándo no. Lo mismo ocurre con manifestaciones y protestas. Todos sabemos lo que es un exceso porque revienta la propia concentración. Eso es lo que hay que perseguir. Ir más allá resulta sospechoso.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.