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María José Pou

iPou 3.0

Calentar en la banda

He de confesar que a veces entreno por la banda. O sea, doy carreritas por la calle Caballeros y hago estiramientos en la plaza de la Virgen. No es mi vena deportiva ni me ha poseído el espíritu del running valenciano. Es que, al paso que va el PP de la Comunidad Valenciana, acabaremos saltando todos al campo por falta de banquillo.

No se ría. Y lo digo levantando la ceja y señalándole con el índice vestida de tío Sam y con barba postiza: “I want you for U.S. army”. Le quiero en el ejército americano. O en el Palau de la Generalitat. O en la calle Quart. ¡Donde haga falta! Que, a pesar de lo larga que es la lista de interesados en ocupar cualquier cargo, el ritmo que llevamos no permite dormirse en los laureles. Así que no lo piense y acompáñeme este domingo a calentar por la banda calle Caballeros arriba calle Caballeros abajo. El míster Fabra nos necesita.

Lo malo es que en nuestro caso no es una rotura fibrilar ni unas molestas arcadas inexplicables lo que lleva a los titulares de la Selección a retirarse del juego. En efecto, hay algo que no funciona del todo bien, pero no es por un choque violento en un salto o por un tropezón en el área. Es traumático en sus efectos pero no en su origen. Éste, a juzgar por los síntomas, parece vírico.

El último en salir del campo ha sido el secretario autonómico de Hacienda, Eusebio Monzó, sustituido ayer por el director del Instituto Valenciano de Finanzas, Enrique Montes. La razón es su imputación por la adjudicación del Centro de Convenciones de Castellón a Calatrava. Se cumple así, presume el Consell, con las líneas rojas que señaló Fabra en su momento. Lo que no sabíamos entonces es que, para líneas, usaban el pentagrama que tiene cinco y son muy versátiles. En cualquier momento nos cambian la clave de Sol por la clave de Fa y de estar tocando con la derecha la melodía nos vamos al acompañamiento con la izquierda. Ahora Sol, ahora, Fa. El PP valenciano es el Lang Lang de la clase política. Ahora Fa, ahora, Sol. Cambia de clave y las mismas líneas suenan distintas. “Virtuosismo”, lo llaman los melómanos. “Ilusionismo”, diríamos los ciudadanos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.