“Al habla, Rita”. Sería un saludo sin importancia para quienes llaman a la Teleasistencia, de no ser porque quien lo pronunciaba ayer era “Barberá de apellido”, según dijo al presentarse. O sea, la alcaldesa de Valencia. Dos usuarias se llevaron un susto al oír al otro lado del teléfono semejante presentación. Pero dudo de que se sintieran incómodas. Al contrario, la anécdota, que no deja de ser una imagen para los medios de comunicación, me ha dado la idea de lo adecuado que sería trasladar esa “foto” al día a día de los políticos.
La Teleasistencia es un servicio magnífico para que los mayores que viven solos tengan un punto de referencia, ya sea ante una caída o un problema de salud ya sea, simplemente, como canal de comunicación. La soledad de los ancianos no es solo un problema de respuesta ante una crisis que puedan sufrir sino de aislamiento social. Algunos pueden pasarse el día entero sin hablar con nadie y eso hace más mella en ellos, en ocasiones, que la falta de nutrientes o de sus pastillas habituales. Por eso es importante que se les atienda desde un servicio como ése.
En el caso de los políticos el proceso sería inverso, es decir, no estaría diseñado para que el ciudadano se sintiera acompañado y escuchado sino para que el político no viviera aislado. Aquí lo importante sería que un dirigente no perdiera nunca el sentido de la realidad. Igual que se procura dar a los mayores la tranquilidad de estar en contacto, en la “teleasistencia política”, el alcalde, conseller o diputado estarían obligados a recibir las llamadas de algunos ciudadanos para contarles sus problemas y dificultades. No sería muy costoso ni les robaría demasiado tiempo. Bastaría con que le dedicaran un par de horas a la semana. Así, al menos, escucharían otras voces que no son las de siempre y que no les dicen lo que quieren oír. La cuestión es eliminar todos los filtros que a diario les impiden ver la realidad. Sus asesores son especialistas en el uso de todos los trucos existentes para que vean las cosas color de rosa. Se trata, pues, de que pisen tierra y les digan, de viva voz, qué mejoraría su vida.