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María José Pou

iPou 3.0

Caza y captura

Ha ocurrido siempre pero sin la precisión y el impacto de estos tiempos. Me refiero a la utilización de cualesquiera hemerotecas como armas arrojadizas contra el oponente político. Es cierto que la hemeroteca es el mejor amigo de la oposición pero el arrebato que estamos viviendo en los últimos días va más allá del clásico recurso de dossier y fotocopia.

No es que me parezca mal. Todo lo contrario. Si algo tiene la palabra del político es fugacidad, por eso conviene afianzarla o, como mínimo, mostrar la evidencia cuando se le critica. Es sano para la democracia el buceo entre hojas de periódico antiguo que reflejan lo que éramos y lo que somos hoy, lo que nos prometieron llegar a ser y el precipicio al que nos abocan a menudo. La memoria política, y más en este país, suele ser muy endeble y necesitamos que nos recuerden aquello que creímos ingenuamente y que soñamos sin que se haya materializado en el presente. La hemeroteca es una garantía de calidad para los ciudadanos. Con ella, podemos evaluar la altura de nuestros dirigentes.

Sin embargo, la búsqueda de contrastes se ha tornado en la actualidad en una desesperada busca y captura de errores. ¿En qué se diferencian? Posiblemente en el grado de acritud y en la descontextualización; tal vez en la finalidad real y, sin duda, en el proceso que han desencadenado uno y otro. El contraste es un servicio público. Se le presenta al ciudadano para que sea consciente de la realidad: “esto nos prometieron y esto han hecho”. En cambio, la búsqueda y captura desaforada de la metedura de pata con solera, puede servir a lo común pero por lo general no pretende eso en primer plano. Al contrario, suele buscar hundir al oponente echándolo a los leones de la opinión pública. Es un matiz, pero una diferencia notable.

El contraste tampoco requiere enfado ni ese ánimo de venganza que se percibe ahora. Y no estoy pensando solo en los que sacan un vergonzoso tuit de Zapata de hace mucho tiempo sino también en sus contrarios. Todos los calderos nacionales están cociendo las mismas habas. Se presenta con inquina, con sonrisa malévola y con un dedo acusador que para sí hubiera querido Torquemada. Lo mismo sucede con la descontextualización. Algunos alegan eso cuando se les colorea la cara. Es cierto que una frase sacada de contexto puede cambiar sustancialmente pero si alguien piensa mal sobre un colectivo, la frase puede ser inoportuna pero no falsa. El problema es que algunos no quieren asumir lo que piensan y dicen. De ahí que a las trituradoras de papel se hayan sumado estos días los programas que borran tuits o cualesquiera presencias tóxicas en las redes sociales. Lo malo, en cualquier caso, no es esa reacción sino que ella nos ayude a instalarnos en la sospecha y el reproche envenenado. Es ahora, en tiempo de pactos, cuando necesitamos el tan cacareado talante.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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