Si para algunos, los “buenos” de estos años han sido los jueces, para los políticos, los “malos” son los fiscales. Al menos los que investigan las vergüenzas propias.
Le faltó tiempo ayer a Convergència para señalar que la Fiscalía actúa por orden de quien lo hace en la investigación del cobro de comisiones ilegales. No lo dijo pero no es necesario. Cuando se acusa a un fiscal de cumplir órdenes se está hablando del gobierno. Según el coordinador general, Josep Rull, el objetivo es condicionar la campaña de las catalanas. No es descabellado, sin duda, pero Rull olvida dos factores que matizan sus acusaciones. El primero, que con la huida hacia delante de Mas, lo raro sería no “tropezar” con alguna convocatoria, ya sea consulta, elecciones, campaña del sí, centenario de algo sucedido entre 1714 y hoy… En fin, si cada año hay una performance colectiva por la independencia no habrá proceso judicial que no interfiera en la vida política. El segundo factor, y más importante, es la propia realidad. Si es cierto lo que se investiga, no será la acción sibilina del gobierno lo que acabe con la burbuja independentista sino la toma de conciencia de los catalanes respecto a quién ha robado de verdad en Cataluña.
De cualquier forma, resulta interesante ver a la portavoz del Gobierno desmontando, uno por uno, los mismos argumentos usados por el PP cuando empezó a conocerse el caso Gürtel: que no iban a encontrar nada, que era una campaña orquestada por algún juez pendenciero, que se fabricaban las pruebas y que el gobierno (en ese caso, Rubalcaba) aprovechaba los mecanismos del Estado para minar la imagen del PP. Tampoco podía descartarse conociendo al personaje pero los hechos apuntan en otra dirección. Aunque así fuera, esas malas artes no empañan lo peor del asunto que es la desvergüenza institucionalizada.