En los últimos años y, sobre todo, en las celebraciones más recientes de premios, festivales o convocatorias cinematográficas, las actrices han levantado su voz para protestar por lo que consideran un trato desigual hacia ellas en relación a sus compañeros varones. En efecto, a poco que revisemos las grandes películas de Hollywood, los héroes suelen ser hombres y solo como excepción aparecen Lara Croft o Catwoman. Ellas siempre son las chicas Bond, la novia de Supermán o la princesa Leia en Star Wars. Quienes ganan batallas, salvan a la Humanidad o conquistan nuevos territorios son hombres. Las chicas de la película solo dan el contrapunto erótico del protagonista.
En el caso de los candidatos a las elecciones generales en España ni siquiera eso. La mujer es el complemento familiar del cabeza de lista, ya sea Viri para Rajoy o Begoña, para Pedro Sánchez. Se lo decía el líder del PSOE a María Teresa Campos: cuando llega a casa, se quita la chaqueta y se relaja en familia, hablando con su mujer de un trabajo distinto al suyo. Ellas no dejan de ser vistas como las primeras damas. Es una ventaja que nos llevan los norteamericanos, los franceses, los alemanes y hasta los paquistaníes. Todos ellos saben lo que es tener una presidenta o, al menos, una candidata a la máxima responsabilidad del gobierno. Por eso me llama tanto la atención las crÍticas al excesivo protagonismo de Soraya Sáez de Santamaría. Es cierto que lo preocupante en su caso es que sea utilizada por el PP para encubrir la convicción de que las apariciones de Rajoy en los medios le restan votos pero al menos es de los pocos partidos que ofreces a una mujer como principal baluarte de su entidad. Es más, de haber sido más valiente y haber apostado decididamente por la vicepresidenta como cabeza de cartel, se hubieran marcado un tanto que sin duda hubiera sido muy bien acogido por el electorado. Se hubieran colgado la medalla de ser el primer partido de la derecha en escoger a una mujer como candidata a la Moncloa y hubieran descolocado a todos sus oponentes. En lugar de eso, Soraya para los golpes destinados a su jefe. Hoy, sin ir más lejos, lo hará en el debate a cuatro que tendrá lugar en una televisión nacional. Ya no son los cuatro magníficos, como hubieran sido de haber ido el presidente del gobierno, sino los tres y la “niña de Rajoy”. Ya no es la chica de la película que solo aparece para hacer más dulce y romántica la narración sino que es una guerrera más cercana Fiona que a Angelina Jolie, pero igualmente preparada y decidida. Soraya es la cuota femenina de una campaña masculina. Todavía excesivamente masculina. Ella, como su superior, se ha batido en duelo contra quienes no daban un duro por ellos. Y ha salido victoriosa. La duda es si llegará a convertirse en su sucesora o volveremos, de nuevo, a necesitar de las sufragistas.