Vino acompañando a su hijo a la consulta y desde luego era un sujeto fuera de lo habitual. Decía que le reprochaban que siempre le veían haciendo algo y además pensando en lo que haría después. No había nada que no tuviera ganas de hacer, ideas o proyectos que, según acababa, renovaba por otras intenciones a cual más impensables y no por ello inverosímiles.
Cuando los de su entono estaban todos agotados y de regreso, él se ponía de nuevo en marcha sin darle mayor importancia. Se le ocurrían cosas simultáneas que además podían ser interesantes, y sin pensárselo dos veces se enfrascaba en la tarea por mucho que pareciese ardua. El que podía le seguía y, si no, su estela era tan llamativa que siempre había alguien dispuesto a emular sus pasos, por no decir sus zancadas. Cuando el cansancio hacía mella en los demás, sin recriminaciones y sin volver la vista atrás, seguía su imperturbable camino hacia el objetivo. Era como el símbolo de una constante huida, pero siempre hacia adelante.
Nuestro personaje parecía dotado de un impulso incontrolado, siempre dispuesto a todo. Era divertido y a veces incluso sensato, si de sensato se pudiese tildar a quien se comporta de esta manera. Pero tampoco era para reprocharle su actitud, pues no era lacerante ni avasalladora, simplemente actuaba como si fuera varias personas a la vez, así que en el cara a cara solía dejar al contrario fuera de juego. Solo era vulnerable cuando se encontraba únicamente ante una sola tarea por hacer, pero cuando la faena se acumulaba y había distintos problemas que resolver a la vez, por más complicados que fueran, es cuando sacaba a relucir sus mayores cualidades, mostrándose brillante y sin que nadie pudiese seguirle. Era como el punto de una rueda que nunca volvía al lugar de origen, como si el círculo fuera una recta sin fin.
Curiosamente pasaba mucho tiempo solo y casi ni comía para no perder el hilo de lo que hacía, pero si le hubiese dado por disfrutar de la mesa seguro que hubiera sido muy obeso. El sueño tampoco era una de sus debilidades, sino todo lo contrario. Es más, en las horas de reposo de los demás es cuando más maquinaba, cuando mejor le salían sus nuevas ideas y era más productivo. Tampoco ninguneaba a los mortales que duermen durante la noche, es que simplemente él parecía que no lo necesitaba, así que para evitar comentarios críticos trataba de ocultarlo, siendo delatado solo cuando en alguna ocasión no podía evitar mandar algún correo a altas horas de la noche.
Muchos de su alrededor cuando le veían actuar pensaban que tal vez le habían diagnosticado una enfermedad incurable, que le habían dicho que le quedaban pocos años o meses de vida y que por eso se afanaba en hacer muchas cosas, pero el tiempo pasaba y nada ocurría. Todos se acostumbraban a su proceder, como cuando en los gramófonos antiguos ponías la tecla de las revoluciones a 78 r.p.m. en vez de a cuarenta y cinco. Era como si tuviese un motor en su cuerpo.
Dicen que de pequeño era también movidito como el hijo que traía para atenderlo, pero entonces no se le daba tanta importancia a eso. Estuvo a punto de abandonar los estudios y montar un negocio de compraventa, pero luego encontró una buena novia, acabó su carrera y es un brillante empresario. La vida da muchas vueltas, en este caso ha dado muchísimas, y a veces no sabes si debes intervenir o no cuando el contexto parece armónico, aunque sea “a toda pastilla”.