El niño solo tenía cuatro meses de edad y la madre que atendíamos en la consulta mostraba su desesperación refiriendo que su hijo apenas la miraba. Era relevante observar como cuando la madre le mantenía de frente y a su misma altura, el niño miraba de soslayo y se fijaba en cualquier otro punto situado a sus espaldas sin apenas fijarse en su cara. El niño veía perfectamente pero no la miraba.
Esta sintomatología era significativa porque la primera percepción evidente de la visión de los niños comienza hacia el mes de vida mediante el seguimiento de la cara de quien le amamanta o le tiene en sus brazos. Por otra parte cuando está tumbado boca arriba el ángulo de rotación de la cabeza en el seguimiento de objetos, como la cara del examinador a poca distancia, inicialmente es pequeño, ampliándose sucesivamente hasta completar los 180 grados de rotación de la cabeza de un lado o a otro. El niño comienza a desarrollar así su innata interacción social y la progresión deficiente de la misma condiciona una alerta de sospecha de un TEA (Trastorno del Espectro Autista).
A pesar de los numerosos estudios que se realizan en estos niños todavía no sabemos certeramente el porqué de su comportamiento, no solo ya por evitar la mirada, un signo que no siempre está presente, sino por los déficits en la comunicación gestual, siendo lo más frecuente un retraso en el desarrollo del lenguaje. Todas las alertas de despistaje y de diagnóstico precoz van encaminadas a objetivar la presencia de nuevos síntomas como la indiferencia a los demás, la ausencia en responder a su nombre, lo que lleva a pensar que son algo sordos, la tendencia al aislamiento y no relacionarse con otros niños, el no compartir objetos o juguetes, así como la presencia de movimientos repetitivos sin justificación clara, como los aleteos de manos, balanceos o el caminar de puntillas.
La intervención precoz, o Atención Temprana, es fundamental para un mejor pronóstico del desarrollo neuropsicológico de estos niños. Han sido un hito las descripciones del profesor Ami Klin, Atlanta (USA), en el análisis de la fijación de la vista en niños con TEA ante unas imágenes que se les presentaban, poniéndose de manifiesto lo atípico de los puntos de referencia en que se detenían estos niños. Ello se conoce como “eye tracking” que muestra en la pantalla del ordenador las líneas y puntos de fijación en el seguimiento de objetos, siendo relevante difundir que Ami Klin lo expondrá como ponente invitado especial en el Curso sobre los Trastornos del Neurodesarrollo que todos los meses de Marzo organizamos en Valencia.
Los niños con TEA son un motivo de gran preocupación por su gran frecuencia, que llega hasta el 1% de la población infantil, y por la responsabilidad de los profesionales neuropediatras en el estudio neurológico, diagnóstico precoz y la oportuna derivación a los centros específicos para una terapia intensiva que, hoy día y afortunadamente, cubre la sanidad pública de la Generalitat Valenciana. Un esfuerzo que incluso económicamente bien merece la pena pues a la larga una mala evolución condiciona unos futuros dispendios de atención socio-sanitaria que superan con creces lo destinado ahora a las terapias de atencion específica psicopedagógica de los niños con TEA, sobre lo que no tendría que haber ninguna mayor restricción e incluso sería deseable la mejora de estas prestaciones.
Decíamos al comienzo que el niño que asistíamos en la consulta tenía una visión perfecta pero no miraba, no asumía el sentido de lo que estaba viendo y su mundo estaba en otro nivel, distante de la realidad y que progresivamente le alejaba de todos. Cuando nos referimos en este blog a que “mi hijo me llama” debe tenerse presente que el comienzo de la llamada es siempre una mirada, y si la mirada falla, se pierde el punto de conexión con los demás y todo se hace ajeno, distante y desgarrador. Un mundo inexplicable que requiere nuestra máxima atención ante una problemática que cada día estrecha mas su círculo y sobrecoge a todos, siendo por tanto fundamental tanto la máxima información como la mayor solidaridad con estos niños y con sus familias.