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Fernando Mulas

Mi hijo me llama

ÚLTIMO CREPÚSCULO

Atardecía y el sol parecía haberse detenido para avisar que en unos instantes acabaría de darnos la mágica luz ocre que anuncia su despedida diaria. Coincidía además que estaba a punto de finalizar Diciembre, era un suave día despejado de invierno y con un cielo lleno de luz que parecía tocarse, como en una imagen tridimensional.

En un inesperado vuelo apareció entonces el pequeño gorrión y se posó justamente en la silla enfrentada a la mía pareciendo querer acompañarme en ese instante del día, breve pero intenso y trascendente, ya que da fé que otro día se nos escapa, pero que además en esta ocasión acompañándole otro año al pasado. Tal vez el pajarito llegó allí para esperar a que cayese una miga de mi supuesto refrigerio, lo cual rechacé por su banalidad ante un atardecer tan particular. Le ví tan sereno y sin perder la compostura, como mirándome, que fue un acto reflejo querer recordarle mediante una inmediata toma fotográfica, algo por otra parte habitual en mi.

Como seguía impávido me quedé quieto para no auyentarle, pensando en lo que estaría procesando su pequeño cerebro. Posiblemente seria solo una limitada función frontal ejecutiva, como decidir a qué árbol ir a pasar esa noche, o tal vez por el momento simplemente estaba pendiente de mi actitud. En todo caso estaba estático como pensando en su futuro inmediato o analizando sus vivencias, y aunque nos hayan enseñado que su proceder es básicamente instintivo, lo que realmente parecía es que estaba ejerciendo esa función frontal de planificación aparentemente mejor que muchos humanos, que la practican poco y no ven mas allá de lo que les alcanza la vista.

Finalmente decidí abstraerme y no pensar en nada, simplemente opté por dejarme llevar y saborear ese mágico instante a modo de un regalo inesperado, una simple casualidad, como otras muchas cosas trascendentes de la vida. La cuestión es que tuve la fortuna de estar ahí, de captar ese nimio pero singular momento que me hizo sentirme pequeño y próximo al gorrión, disfrutando la sensación de percibir algo especial en un corto momento de mi existencia.

Así, como en muchos otros pequeños instantes sentidos en distintas ocasiones, disfrutaba la sensación de vivir aún mas la vida, que solo unas horas mas tarde tenia la fortuna de ofrecerme un año más.

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Blog sobre los retos del desarrollo neuronal de los niños en una sociedad cada vez más exigente

Sobre el autor

Neuropediatra, Doctor en Medicina y Cirugía. Fundador y Director del Instituto Valenciano Neurología Pediátrica (INVANEP). Ex Jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Fe de Valencia (desde 1978 hasta 2013). Ver CV completo


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