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Fernando Mulas

Mi hijo me llama

NUEVO EN ESTA PLAZA

      Uno de los sentidos que no solo no se pierde con el paso del tiempo sino que se acrecienta suele ser el olfato. Me refiero al olfato para ver cuando algo es o no trascedente, descartando los posibles espejismos que se vislumbren en el horizonte. Si a ello unimos una actitud reflexiva sobre las situaciones existentes a nuestro alrededor, uno se encuentra en mejores condiciones de comparar y decidir ante cualquier signo de alerta luminosa que nos encandile.

      Esto me lo he planteado ante la peculiar situación política en nuestro país donde una mayoría silenciosa, pero ciertamente bien pensante, puede encontrarse todavía en una situación de duda, de incertidumbre. Hablo de aquellos que con tan mala fortuna se les etiqueta de indecisos, un término que tiene un carácter peyorativo, cuando lo que realmente demuestran estas personas es su madurez ante el desbarajuste político que hemos venido padeciendo. Esta actitud lo que refleja es el trasfondo de un análisis reflexivo sobre la situación, en donde nada convence, siendo cuestión de tiempo el obtener la mayor información y evidencias para encontrar la mejor solución posible y entonces, solo entonces,  dar un decidido paso adelante.

      Tal como así me encontraba yo hace un par de meses ante una situación que se parecía mucho a la bajada de la marea que siempre precede a un gran sunami, en este caso de matiz político.

      Nunca me he metido en política, aunque siempre he opinado sobre ella, pero sin un partidismo acérrimo o a priori por ningún grupo determinado. He votado siempre dentro en un definido gran margen de centro, el que va desde el PSOE hasta el PP, y me alegro de haber votado unas veces a unos y otras a otros, siempre en consecuencia a lo que creía que podía ser más beneficioso para la ciudadanía. Ciudadanía, esa fué la palabra clave que se me abrió hace meses en el horizonte, cuando empecé a meditar en lo que tendría que pensar en el año siguiente cuando llegasen las votaciones previstas.

      Analicé los pros y contras de los dos partidos mencionados viendo como tenían mucho peso las desafortunadas actuaciones cometidas por ambos bandos que generalmente se resolvían con una huida hacia adelante y sin claras responsabilidades. Lo peor a pesar de todo no siempre han sido los máximos dirigentes sino los estamentos superiores y medios de gobierno que al perpetuarse en las áreas de poder actuaron como si estuviesen en su jardín particular, cometiendo desmanes cuando no metiendo la mano en la caja de todos, así que la respuesta se ha convertido en un tajante NO.

      Vienen ahora otros con cánticos de sirena que efectivamente podrían hacer cambiar las cosas pero vislumbro que a peor. Ya hemos aprendido en la historia  de los que van vendiendo ilusiones y humo, pero que no pueden ajustarse a la realidad, con el fin de conseguir un populismo que les dé la batuta y entonces el remedio sea peor que la enfermedad. Pueden ser jóvenes que de entrada generen una aproximación empática, pero si empezamos a escarbar sobre cómo quieren plasmar las ideas en realidades factibles, uno prefiere declinar hasta que se les vea mas el plumaje.

      La alternativa venía de la palabra ciudadanos, y de ello hablaba otro joven político, de aspecto normal, que hablaba normal, pero muy bien y muy claro, que decía cosas que uno siempre ha tenido en la cabeza como buenas y sensatas, como que la sanidad tiene que ser pública y equitativa en todos los rincones del país, que  todos los niños tienen derecho a aprender en castellano en todas las comunidades, que pluralidad si, pero España indivisible, que ya está bien de tantos políticos con tanto gasto y hay que reducirlos y cambiar la ley electoral, que no a mas de 8 años en el poder.., etc, etc.. En fin, que he ido viendo a Albert Rivera y uno se percata que el Partido de los Ciudadanos desprende una naturalidad y un buen hacer que abre el espíritu del partido de los ciudadanos a todos los españoles por igual, con un talante de partido democrático, plural, liberal y progresista a todas luces esperanzador.

      Llevo muchos años a cuestas de cara al público y conozco muchas de las inquietudes que nos preocupan a todos, pues no en vano una consulta médica siempre es como un libro abierto. Para mi tal vez sea un defecto profesional que el ejercicio de la medicina me ha llevado a un eclecticismo en todo, pero ahora me lo planteo como un deber mostrar mi certidumbre ante la responsabilidad de que una actitud pasiva o de medias tintas pueda tener peores consecuencias, dejando las decisiones en manos de los demás. Ya no solo me fío de mi olfato sino de lo que oigo y veo, así que en consecuencia me adentro responsablemente en el ruedo como nuevo en esta plaza.

      La mayoría indecisa que hasta ahora piensa en todas estas cosas debe convencerse que el progreso y el cambio depende de ellos. Apunto a que entre todos hagamos una reflexión de futuro y que esa mayoría se detenga ante las premisas del Partido de los Ciudadanos, que se implique en el análisis de los postulados que defiende, y con ello decida el mejor proyecto de futuro para toda la ciudadanía española.

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Blog sobre los retos del desarrollo neuronal de los niños en una sociedad cada vez más exigente

Sobre el autor

Neuropediatra, Doctor en Medicina y Cirugía. Fundador y Director del Instituto Valenciano Neurología Pediátrica (INVANEP). Ex Jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Fe de Valencia (desde 1978 hasta 2013). Ver CV completo


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