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Fernando Mulas

Mi hijo me llama

LA NEGACIÓN: ¿VIRTUD O PROBLEMA?

     Hay momentos en la vida que se resuelven positivamente solo con las dos letras que configuran la negación por excelencia, que simplemente es el NO. En ocasiones este adverbio es más importante que el SI, pues suele suponer un rechazo a algo que se nos ofrece sin garantías para el que lo recibe y esa loable actitud implica una posición forzada que muchas veces es difícil de mantener. Decir que sí suele ser más fácil que decir que no.

     Cuando esa actitud de rechazo es consecuencia de un análisis sensato y reflexivo generalmente tiene un gran valor por lo que ello representa, pero cuando nace de un impulso sistemático que no responde a la lógica sino mas bien a una actitud predeterminada, que se repite una y otra vez, nos encontramos ante una posición de consecuencias muchas veces desfavorables para el equilibrio del sujeto que presenta el negativismo a ultranza.

     Bien es cierto que hay épocas vitales que reconocemos que esta actitud es bastante frecuente y por ello entendemos como normal. Suele ser la de los albores de la adolescencia cuando de forma fisiológica la propia madurez y el querer autoafirmarse, como persona individual y con entidad propia, les lleva a estos chicos o chicas a adoptar una actitud de rechazo a todo lo que se vislumbra ante sus ojos.

     Los padres se desesperan viendo como a estas edades las respuestas se convierten frecuentemente en una desconsideración a todo lo que se les ofrece. Casi todo les parece mal, los padres no tienen ni idea ni saben comportarse, los profesores lo hacen fatal, todos les tienen manía, y cualquier insinuación o consejo habitualmente es rechazado. Hay que tener paciencia ya que generalmente solo cuestión de tiempo procurando ejercitar como sortear las situaciones límites sin entrar directamente en el choque con nuestros hijos, practicando sin descanso lo que vulgarmente se denomina tener mano izquierda.

     Se procurará encontrar las situaciones en que los hijos estén mas receptivos, dejándoles que ellos se vean como partícipes y autores de sus decisiones, aunque éstas hayan sido mediadas o enfocadas adecuadamente por sus progenitores. Un enfrentamiento abierto generalmente es un fracaso y eso hay que evitarlo.

 

     Los problemas son más graves cuando la actitud negativista se corresponde con otros trastornos del neurodesarrollo, como suele ocurrir con relevante frecuencia en el denominado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Nos encontramos entonces ante lo que se denomina una comorbilidad, pudiendo aparecer los síntomas muy pronto aunque sea más evidente a partir de los 6 o 7 años. Debemos entonces solicitar una valoración para descartar un TDAH de la mano de especialistas con experiencia, dado que un tratamiento precoz de la base del problema evita muchos otros en la evolución pronóstica.

     Se debe también estar vigilantes para ver si aparecen problemas de conducta asociados como una actitud desafiante, teniéndose que considerar entones el diagnóstico del Trastorno Negativista Desafiante (TND), una problemática que se acrecienta con los años y que el devenir la pubertad hace que sea muy difícil el manejo de estos chicos, con el peligro de que sus padres los dejen por imposibles.

     El TDN es una entidad clínica bien definida que precisa unas pautas para su manejo y en otras ocasiones es necesaria medicación específica. En su comportamiento estos niños se caracterizan porque se muestran oposicionistas con los adultos, incluso provocadores, desafiando las normas de los mayores y molestando a los demás con resentimiento. El humor de estos chicos muestra enfados frecuentes, se quejan de lo que le hacen los demás y de que les molestan, por lo que también pierden a veces la compostura y pueden llegar a agredir.

     Una evolución desfavorable o sin tratamiento supone el riesgo de un futuro trastorno disocial, consistente en que el sujeto presenta frecuentemente un patrón de conducta que transgrede los derechos básicos de los demás, incumpliendo las normas sociales propias de su edad.

     Debe tenerse en cuenta que un 50% de los TND son niños con TDAH que no están diagnosticados ni tratados como tales, por lo que un buen enfoque diagnóstico y terapéutico de ambos trastornos siempre será rentable para el futuro. Y si usted lee lo expuesto y resuelta que está en desacuerdo con todo lo dicho, tal vez debería ir a un especialista porque apunta maneras y seguro que todavía está a tiempo de mejorar en beneficio suyo y de los que le rodean.

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Blog sobre los retos del desarrollo neuronal de los niños en una sociedad cada vez más exigente

Sobre el autor

Neuropediatra, Doctor en Medicina y Cirugía. Fundador y Director del Instituto Valenciano Neurología Pediátrica (INVANEP). Ex Jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Fe de Valencia (desde 1978 hasta 2013). Ver CV completo


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