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Fernando Mulas

Mi hijo me llama

LOS MAYORES CUENTAN

     La naturaleza humana y su variable raciocinio hace que con el tiempo muchas ideas y pensamientos cambien sinuosamente de lugar. Las costumbres y actitudes, como las modas, van alternando posiciones hasta muchas veces volver al mismo punto de salida, y lo que ayer fue bueno hoy puede ser inaceptable, y viceversa.

     Estas situaciones de  ambivalencia fueron ya consideradas por el iniciador del pensamiento taoista, Lao-Tse, y aunque su existencia histórica hacia el siglo V a. C. esté cuestionada, dió lugar a los conceptos del Yin y el Yang que suponen la dualidad existente en todo el universo. Llevado hasta nuestro entorno ello puede representar lo bueno o malo, el todo o la nada, blanco o negro, siendo inescrutables las fuerzas que tumban mitos o elevan a los altares.

     Una de las características de la vida de los países desarrollados es la rapidez vertiginosa con la que mutan los conceptos y las actitudes. Es bien cierto que lo de ayer puede quedar obsoleto para dentro de dos días, y aunque esto sea real en tecnología, el riesgo está en su equiparación a conceptos de consideración superior que ennoblecen a las personas, y en el desprecio de las raíces que han sido origen de nuestra formación y sentado las bases del presente que disfrutamos.

     Parece que ya no merece la pena arreglar una cosa, sino tirarla y comprar una nueva, y el peligro es extrapolarlo sobre algunas consideraciones de nuestros prójimos. Los mayores ya no sirven, molestan, tienen que dejar paso a las nuevas generaciones y poco se considera el fondo o las valías de las personas. La descalificación viene dada simplemente por lo de viejo, aunque sea bien diferente de lo de rancio.

     Estas actitudes tienden a darse más en los negocios y según tendencias en la política. Pero no siempre ha sido así, sobre todo en algunos países donde el justo raciocinio, que da la madurez y la edad, avala a los dirigentes o consejeros de mayor edad. De tal manera el concepto de renovador se aplica por algunos solo en su apariencia externa, más que considerando el espíritu revitalizador y creativo que proyecte un futuro alternativo a los malos hábitos pasados, vengan de donde vengan.

     En política es donde ahora podemos encontrar los agravios comparativos más sangrantes. Se confunde a la persona mayor con lo viejo, y a los mayores, con lo caduco y rancio. Abundando en esa idea ya no valen los viejos partidos políticos y ahora solo quieren contar los nuevos, en fin, la historia de siempre. Tenemos sin embargo que aprender a identificar aquellos partidos que no descalifican sistemáticamente lo antiguo, sino que en su espíritu renovador entran las mentes lúcidas que, independientemente de su edad, aportan desde su experiencia ideas e inquietudes muchas veces más renovadoras que el partido de más reciente creación.

     En todo caso y sin lugar a dudas todos los partidos empezarán a ahora a mirar hacia los mayores. Pero pueden equivocarse si piensan que son presa fácil con solo con enseñarles el señuelo de la actual o futura pensión de jubilación. Los mayores de más de 60 años deben saber que su voto representa un 25% del total de votantes, de ahí la fuerza de su decisión. Las tendencias están ya bien referenciadas y las encuestas dicen que a partir de los 60 años las previsiones son que votarán a los partidos clásicos en proporción directa con su edad. Igualmente la curva es directamente proporcional a la baja respecto a los partidos de reciente aparición en el ámbito nacional.

     Pero que nadie se confíe, pues actualmente la actividad intelectual, las inquietudes que se ven en los hijos y la responsabilidad adquirida de los años vividos, hacen previsible que esta población actúe con sensata objetividad y que ese 25% de votantes tenga la clave de la gobernabilidad. Estamos convencidos que la sensatez propia de la mayor edad hará que actualmente no miren solo a su ombligo y su pensión, que por más que las mencionen unos u otros no sufrirá grandes vaivenes, y piensen más en sus hijos y nietos cuando vayan a las urnas. Confiemos en ellos para decidir el mejor futuro de sus descendientes y sobre todo apoyémosles para que no se queden impávidos y sean protagonistas como parte activa y fundamental de nuestro futuro.

     Sean conscientes señoras y señores mayores de que al tener la cuarta parte de los votos en su haber los mismos son decisorios. No se abandone y no deje que con su pasividad decidan los demás. Y como la experiencia es la madre de la ciencia, y de eso no hay duda, utilice su intuición y las evidencias que ve para apostar por aquello que augure un futuro gobierno mejor. Analice los programas con interés, no se deje llevar por sus propias actitudes previas, la demagogia que se predica, el miedo, ni las promesas sin evidencias. Tampoco se deje impresionar por la filosofía del yin y el yang, la continuidad o el catastrofismo, que ya están ustedes más que suficientemente bien preparados, como mayores que son, y nadie les puede arrebatar el voto de sus manos.

Nota: Reproducción versión papel LP 22/10/15

 

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Blog sobre los retos del desarrollo neuronal de los niños en una sociedad cada vez más exigente

Sobre el autor

Neuropediatra, Doctor en Medicina y Cirugía. Fundador y Director del Instituto Valenciano Neurología Pediátrica (INVANEP). Ex Jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Fe de Valencia (desde 1978 hasta 2013). Ver CV completo


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