Hay conceptos que tienen un sentido muy relevante en la infancia si los comparamos con su significación en la edad adulta. El paradigma de ello es el juguete que tiene una mayor importancia en los niños porque incide en cerebros en pleno desarrollo, interactuando las realidades materiales y tangibles propias del juguete con los simbolismos mágicos que predisponen a la creación de un sinfín de mundos de ilusiones y fantasías.
Los juguetes, y el juego que los mismos facilitan, predisponen a una creatividad muy beneficiosa en los niños al estar desarrollando desde los primeros meses de su vida redes de interconexión cerebral propias de su plasticidad neuroevolutiva. Esto ocurre especialmente durante los 6 primeros años, aunque existan áreas cerebrales como los lóbulos temporales cuya mielinización no se completa hasta la tercera década de la vida.
Tras el apego y la educación familiar, los juguetes y el juego son los instrumentos más eficaces para el desarrollo de las aferencias mas enriquecedoras del proceso madurativo infantil, no dependiendo tanto de la sostificación o precio del juguete sino de la posibilidad de que el mismo incida positivamente en el despertar de sus sentidos creativos relacionados con lo que se les ofrece. Muchas veces tendremos que abstraernos de las presiones que la publicidad inapropiada ejercen sobre ellos para dirigir intencionadamente sus apetencias, como ocurre especialmente en las semanas anteriores a festividades señaladas, como la de los Reyes Magos en fecha próxima.
Por medio de la actividad lúdica los pequeños interactúan con los objetos, desarrollan sus sentidos, adquieren habilidades, expresan fantasías y sentimientos, se relacionan con otras personas, aprenden pautas de conducta e imitan. A través del juego interiorizan la realidad circundante y expresan su mundo interior. El juego ofrece indicadores para entender al niño y observar su evolución física y mental, pudiendo además ser utilizado como una eficaz herramienta diagnóstica.
Uno de los aspectos clínicos mas importantes para el diagnóstico de los trastornos del neurodesarrollo es la valoración de lo que se conoce como atención conjunta, muy deficitaria en los niños con trastornos del espectro autista (TEA). Este concepto implica la capacidad para coordinar la atención de un niño con su interlocutor respecto a un objeto o acontecimiento, valorando los síntomas como un conjunto que interfiere en su vida social. Se debe analizar como un niño comparte las cosas y los juguetes con los demás, lo cual ocurre antes de empezar hablar pues es un constructo previo, por lo que puede decirse que el juego es el primer lenguaje más significativo del niño.
El niño con sospecha de TEA se preocupa poco por los juguetes y su significado, relacionándose con ellos de forma inapropiada pues puede interesarse más por las partes del objeto que por su significado global, lo cual le limita para interactuar adecuadamente con el mismo. Además estos niños no comparten placer ni intereses, mostrando un afecto plano por los juguetes y las personas, lo que supone inequívocos signos de alarma que pueden identificarse antes de los dos años de vida, siendo susceptibles de una óptima atención temprana que mejora en gran medida su pronóstico.
En general debe considerarse que el juguete siempre tiene que tener unas características adecuadas para la edad del niño, siendo lo apropiado en los primeros meses aquellos que estimulan la visión y el seguimiento de objetos, o que les llame la atención por su ruido peculiar o musical. Los juguetes deben adecuarse al proceso madurativo fisiológico, como supone a partir de los 3 meses todo lo que implique un inicio en la manipulación, que entonces comienza a desarrollarse de forma más propositiva. Sucesivamente se les irán facilitando a los niños juguetes que impliquen una llamada de atención por sus formas o colores, o que tengan una repuesta sonora o luminosa con la que puedan interactuar.
A partir de los 6 meses los juguetes que se puedan desplazar motivan el arrastre o el gateo, y en edades posteriores, antes del año, cualquier objeto puede ser utilizado como un juguete cuando el niño los lanza desde su posición, aprendiendo a seguirlo con su mirada para volver a repetir la acción incansablemente. Practican así también sus requerimientos hacia el adulto para que le devuelva el objeto, valorando el seguimiento y la distancia alcanzada con el impulso dado al mismo.
Progresivamente y durante toda la infancia hasta la adolescencia mediante el juego se favorece el desarrollo potenciando su autoestima, se les ayuda a alcanzar el máximo grado de autonomía personal y en definitiva se les facilita el reconocimiento de su individualidad. También los juegos proporcionan estrategias y recursos que les permiten una mejor integración y el acceso a futuros criterios comparativos y de igualdad. En los niños alrededor de los 10 años en adelante debe tenerse mucha precaución con los juegos virtuales de ordenador que suelen mostrar escenas poco ejemplarizantes y agresivas. Es obligado ser exigente en su supervisión y en controlar la edad permitida para cada juego, vigilando luego que no se utilicen por los más pequeños de la familia.
Con estas reflexiones, limitadas por la necesaria brevedad del medio, llamamos la atención sobre la importancia de decidir el juguete apropiado de sus hijos en función de las características personales de los mismos. No se deje llevar por las modas publicitarias y piense no solo en cubrir las apetencias de sus hijos sino también qué juguetes son los más apropiados en función de su edad y características de su desarrollo. No olvide que mediante el juguete usted dispone de un valioso instrumento para interactuar mejor con sus hijos, mostrándoles pautas de interrelación y comportamientos que les permitirán conocerse mutuamente mucho mejor.
El mensaje final y mas importante que deseo transmitirle, amigo lector, es que juegue con sus hijos o con sus nietos todo lo que pueda, siempre con sensatez y paciencia. Atienda sus llamadas y habrá ganado una óptima posición para enseñarles lo mejor de usted y de ellos mismos, facilitando así que sus vínculos sean más persistentes y beneficiosos de una mayor felicidad mutua, pues eso se recordará siempre por ambas partes y para toda la vida.