Los animales como no pueden hablar utilizan recursos primarios para mostrar sus intenciones ya sean de carácter amoroso o agresivo. Mucho más variopintos son los de carácter amoroso que van desde el simple arrullo o cambios de color, hasta movimientos rituales repetitivos de carácter estereotipado. En la mayoría de los casos se produce finalmente una aproximación progresiva insinuante hasta ocupar el espacio vital del seducido, generalmente la hembra, que en ocasiones rechaza de forma airada a su pretendiente si no es su momento oportuno, es decir, al igual a lo que ocurre con muchos seres humanos.
En otras ocasiones el cambio de fisonomía para llamar la atención va dirigido al albur como pasa con la Fragata real que es una especie de ave de la familia Fregatidae, frecuente entre otros lugares en las islas Galápagos, que tiene un metro de longitud y el doble de envergadura. Se caracterizan por su piel negruzca sobre la que resalta su bolsa gular a la altura de su cuello de color rosado. Ésta se insufla en el período de reproducción, transformándose entonces en un color rojo que es inequívocamente visible para las posibles hembras que casualmente sobrevuelen su posición y son posibles receptoras de su celo amoroso.
Las apariencias externas también son utilizadas por los animales para mostrar su estado de miedo, agresividad o amenaza, como cuando los gatos erizan su piel, estirando sus cuatro patas y el rabo. Los más fuertes exhiben su fiereza mostrando sus colmillos o rugiendo con diversa intensidad tratando de imponer su superioridad, aunque otros lo que evidencian así es su miedo. Algunos animales no tienen este tipo de reacciones y ante situaciones de estrés solo aciertan a quedarse impávidos, como muchos humanos que ante el estrés se quedan bloqueados, esperando que tal vez la situación se resuelva sola, aunque lo más probable es que el depredador de turno de estos indefensos no deponga sus destructoras intenciones.
Estas manifestaciones de demostración de intenciones de fuerza o poderío suelen ser también características de los humanos y sobre todo de los gobiernos militarizados cuando tratan de amedrantar a algún contrario u oponente. Prueba de ello ocurre en la llamada “guerra fría” o en algunos países como los coreanos y especialmente en los del norte que siempre están haciendo exhibiciones de su armamento militar para amedrantar a su vecino. En más de una ocasión los del sur han recurrido a sus aliados americanos cuya reacción ha sido hacer demostraciones de ejercicio militar trasladando a la zona una escuadra naval repleta de sus bombarderos correspondientes para no dejarse avasallar.
En la vida cotidiana nos encontramos una y mil veces con otras actitudes de apariencias no tan agresivas que varían desde una mirada intimidatoria hasta otra furtiva y complaciente. Un simple ceño fruncido con una mirada hiriente puede ser más agresivo que un grito impositivo, y los desprecios se muestran con distintos gestos o actitudes, como puede ser evitar el saludo, dar la espalda o simplemente ignorar completamente lo que dice el recién llegado a la reunión.
Los niños son muy susceptibles a las manifestaciones de cariño pero también a las actitudes intimidatorias o desconsideradas y, aunque no siempre lo demuestren, tienen una especial percepción para captar los ambientes y la empatía que proyectan los que les rodean. Utilicemos la inteligencia para desarrollar ante los más débiles y los infantes nuestras mayores muestras de afectividad, comprensión y cariño. No esperemos a que nos ellos nos llamen solicitándolas con su mirada, pues nuestro reto y obligación es adelantarnos para facilitarles las mejores percepciones y apariencias.