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Fernando Mulas

Mi hijo me llama

HUIDA HACIA ADELANTE

           Hay pocas cosas que nos diferencian genéticamente de algunos animales como en el caso de la mosca (Drosophila melanogaster) o el ratón (Mus musculus), pero fenotípicamente existe una diferencia sustancial que es la racionalidad, algo que parece simple dicho en una sola palabra cuando realmente es un mundo infinito que nos habilita a la magia del pensamiento propio. El raciocinio es la semilla de la libertad y la felicidad, pero  también de  las desdichas, pues a menudo no se cumple la lógica y nos lleva a la frustración.

            Por otra parte hay similitudes innatas entre todos los seres vivos como las reacciones de alerta ante una situación de riesgo o peligro, que tras un bloqueo, a veces imperceptible y no siempre racional, suele dar paso inmediato a la reacción de retirada o huida, o en otros casos de enfrentamiento con un componente mucho más elaborado. También hay animales, y personas, que tienen una percepción especial antes de que el peligro se haga patente y se retiran antes de que se presente la situación adversa, como si lo presintieran, siendo por eso un don más que una reacción.

            La reacción de enfrentamiento ante lo adverso con características de empeoramiento supone un ejercicio juicioso hacia la determinación de abandono ante una situación desfavorable. Pero hoy día estamos contemplando con mayor asiduidad como determinadas personas o grupos tienden a buscar la salida hacia el lugar más complejo de la situación, como si un mayor enredo les viniese a dar una mayor posibilidad de solución futura, siendo ello característico de lo que se denomina como la huida hacia adelante. En realidad nos encontramos ante dos vocablos racionalmente contrapuestos, pues si huyes evitando la peor situación lo lógico es que sea en retirada, en contraposición de seguir hacia adelante adentrándose en la situación mas compleja.

            En la sociedad actual los más potentes, que no suelen ser los mejores, muchas veces actúan de esta manera. No están habituados a ceder ante la evidencia adversa, y la respuesta suele ser la huida hacia adelante, negando la mayor. Su control inhibitorio del lóbulo frontal es muy pobre y rechazan aceptar sus equivocaciones o decisiones improcedentes, identificándose con lo referido en Mocedades del Cid el Duque de Lerma y Marqués de Denia cuando dijo aquello de “mantenella y no enmendalla aunque la razón no hayas”, con lo cual el disparate se va haciendo cada vez mayor, como la bola de nieve que rueda ladera abajo.

            En estas épocas de trasiego social, donde todo puede valer con tal de mantenerse en la dominancia, los que pueden decidir suelen tener la tentación de buscar el aplauso inmediato o el éxito a corto plazo, dando y disponiendo en asuntos con trasfondos económicos que a la larga suponen una elevada carga social y que al final nadie va asumiendo. Además contemplamos sin inmutarnos como el que viene detrás adopta similar actitud, haciéndose la bola enorme y dura como el hielo.

           

 

           Si alguien se atreve a sugerir que hay que apretarse el cinturón estará mal visto y eso no da votos, así que lo fácil es proponer tabla rasa, decir que nos pasamos al bando de los que no piensan pagar las deudas de los préstamos obtenidos, adoptando la típica actitud de huida hacia adelante y el que venga detrás que arree. Tal que así parece que se vende el pescado en nuestra admirada y querida Grecia, pero cualquier día aquí nos pasa igual, todo es cíclico en la vida, y más en la política latina y otras áreas de poder, así que uno ya no se fía de los buenos propósitos ni se atreve a dar un pronóstico certero.

            El ciudadano de a pié no entiende de macroeconomía, pero si sabe hacer las cuentas y tenemos que aprender a pedir responsabilidades sin tregua. A quien toma decisiones equivocadas y fraudulentas, como las evidentes tras un fallo judicial, que supongan un gasto para la sociedad provocado por una actitud torticera, hay que exigirle la correspondiente responsabilidad monetaria de su propio pecunio. De no tomar medidas de ajuste social que incluyan la responsabilidad monetaria de quienes con sus decisiones fraudulentas provocan gastos improcedentes al erario público, la huida hacia delante, para nuestra frustración citada al comienzo, será una práctica cada vez más común.

            Huya usted hacia adelante señor político de turno que gasta lo que no debe y no tiene y nos empeña a todos, o usted señor director de hospital que despide o jubila sabiendo la improcedencia de ello y que el desembolso posterior del reintegro correspondiente no le va a suponer a usted personalmente ningún gasto, aunque si a todos los contribuyentes. Pero todo eso tiene que tener un fin, aprendamos a echar la vista a atrás y pedir las responsabilidades procedentes a los que han cometido esos desmanes en perjuicio del dinero público de todos. De esta manera cuando los que vengan detrás se planteen una situación de huida se pensarán dos veces en qué dirección la toman.

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Blog sobre los retos del desarrollo neuronal de los niños en una sociedad cada vez más exigente

Sobre el autor

Neuropediatra, Doctor en Medicina y Cirugía. Fundador y Director del Instituto Valenciano Neurología Pediátrica (INVANEP). Ex Jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Fe de Valencia (desde 1978 hasta 2013). Ver CV completo


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