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Fani Fernández

Mil piruetas

Y de lo mío qué


No es que te caiga mal, allá cada cual con sus actos, pero qué esperaba después de lo que hizo. No es más que un conocido, el amigo de una amiga. Ella te contó que le enchufaron en una Conselleria y desde no hace mucho, unos dos años a lo sumo, ya tiene plaza fija. Entonces pensaste, ya se apañará -se decía que se dejó querer por un partido político-, es una deuda de por vida que le pasará factura. Pero ahora ya no lo ves así. La crisis.

Te acabas de cruzar con él por Jorge Juan, ibas hacia el centro y él se dirigía hacia el Mercado Colón. Te ha saludado educadamente con su amplia e hiriente sonrisa ajena al sufrimiento de la calle y no has podido evitar pensar en aquel ‘ y de lo mío qué ‘ tan frecuente, la llamadita telefónica al político de turno preguntando ‘si tendrás algo por ahí para mí’. Cuántos han habido y habrán como él y de esto no encargan estadísticas con lo que les gustan aunque se tienen bien contados los unos a los otros. Ya ni siquiera te sabe mal pensar que los recortes podrían llegar hasta su persona como nos han llegado al resto. Y no es envidia, que conste. No hay nada reprobable en repartir la penuria colectiva que ha de ser también de lo público… e irrisorio, añades.

Parece ser que la gente se ha dado cuenta de de aquellas alegrías nos han llevado hacia estas vergüenzas. Los buenismos y laxitudes que ahora nos pasan indecorosa factura, la comprensión hacia quien pasa dificultades y requiere tan ‘menesterosa’ ayuda. Tanto enchufismo te daría igual si no tuviera consecuencias. Pero cada día nos encontramos de frente con la triste cantinela de siempre, con una nueva versión del ‘Vuelva usted mañana’ de Mariano José de Larra, máxima expresión atemporal de los males endémicos de la Administración pero no sólo de ella sino de la parte más amarga de nuestra idiosincrasia.

Como todo el mundo hace ahora -qué fácil resulta- le atribuyes la culpa a los políticos, a la crueldad de los sistemas financieros, a la falta de ética, pero que quede claro también a La Frase pronunciada por tanta gente con absoluta ligereza y que hoy les debería impedir abrir la boca con libertad. Los favoritismos en el sector público y las recomendaciones son un lastre callado, una losa de la que no se puede ni quiere salir pasto de los votos futuros y mediocridades que sustentan un engranaje viciado. Saldrían gusanos y un hedor nauseabundo. No obstante, no se te olvide que los gestores de la res pública son personas con corazón, familia, amigos, amigos de los amigos o conocidos del amigo de algún pariente. Y hay que ser humano con quien lo necesita.

Tuvimos una guerra civil ideológica. Hoy la tenemos sin armas, cruel y sibilina, callada, construida concienzudamente a base de clientelismos y servilismos varios que nos están pasando merecida factura. Que los profesionales hayan perdido la fe en las oposiciones te ha parecido siempre un mal grave que está afectando al funcionamiento de sectores tradicionalmente tan serios como la judicatura o la enseñanza por no hablar de las administraciones locales o el periodismo. Quienes se han prestado a su juego, quienes lo han consentido sin denunciar, por omisión, les han hecho cada vez un poco más fuertes, inflando progresivamente un poder que engulle al resto sin complejos consentido por cada pequeña renuncia. Aún así hay quien lucha dignamente por trabajar bien y aportar, no sabes cual será el caso del amigo de tu amiga. Tú lo has presenciado en tu trabajo y a muchos de ellos les has respetado y admirado incluso por ser capaces de esquivar los vaivenes políticos y a otros muchos, los del mérito propio, más si cabe por torearlos a todos ellos y trabajar si no con ilusión si al menos con profesionalidad y hasta con dignidad.

Es duro ver cómo los periódicos dedican ya sin excepción más espacio a hablar de los signos de estos tiempos aciagos que a la burguesía emprendedora, encargada hasta no hace mucho de llenar páginas y páginas de nuestro querido papel con proyectos, ventas y anuncios. Te duele que la economía del conocimiento parezca todavía un modelo de oportunidades por descubrir que se implanta demasiado lentamente, cuando en España es más difícil montar una empresa que en Zambia. Pero a pesar del ‘infantilismo social’ del que salimos a marchas forzadas con sudor y lágrimas todo nos indica que la salida no es por ahí, que no deberíamos estar tan pendientes de los males de lo público sino de los horrores que atraviesa el mundo empresarial a diario. Y que doce mil valencianos cualificados se han visto abocados a buscar empleo en el extranjero, según publicaba este mismo periódico.

Te lo volverás a cruzar, al amigo de tu amiga, seguro. Soléis coincidir por la acera del VIPS de la Gran Vía o por Císcar, no debe vivir muy lejos. No te cae bien, va, finalmente lo reconoces, tú siempre has sido reticente y crítica en este tema. Se le veía tranquilo cuando te ha saludado, no tenía aspecto de temer por su puesto de trabajo ni de estar siendo víctima de ningún ERE, la verdad. Seguro que en privado, ajeno a los rumores sobre cómo entró, es de los que echa balones fuera y critica a sus superiores. Bueno, tú a lo tuyo… A ver cómo se desarrolla tu jornada. Por cierto, que no se te olvide hoy hablar de “Salvados” con tus compañeros, qué bien estuvo. ¡Ah!, y cuando entres al ordenador tienes que decir en Twitter y Facebook que la culpa de la crisis la tienen los políticos.


noviembre 2012
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