¿Qué extraña ambición puede llevar a alguien a robar o encargar el robo de una obra de arte?. Has de reconocer que te parece divertidísimo así, sobre el papel.
En algunos ambientes debe ser hasta ‘cool’ burlar los sistemas de seguridad para “pescar” algo tan valioso como aquella sonrisa eterna de ‘La Gioconda’ robada hace cien años y cuyo misterio continua.
La codicia artística, simple divertimento o incluso la venganza personal más refinadamente cruel, el morbo en su estado más puro tienen inspiración hispánica en el robo del Códice Calixtino de la Catedral de Santiago de Compostela caso que ha resultado cuanto menos peculiarmente nuestro.
Te encanta que el cine haya jugado esta baza en muchas ocasiones. El robo de ‘La Pantera Rosa‘ o el ‘Affaire de Thomas Crown‘ por citar dos ejemplos. En esta última, a los 40 años al multimillonario y distinguido Thomas Crown no le queda nada que demostrar. Triunfador en toda regla, nada es suficiente para él por lo que planea el robo de un Monet del Museo de Nueva York. La policía nunca sospecharía de su persona pero una prestigiosa detective privada que trabaja para la agencia de seguros del museo no lo tiene tan claro, y comienza a tantear a su principal sospechoso en un peligroso y sofisticado juego.
Del Affaire de Thomas Crown existe una versión protagonizada por Faye Dunaway y Steve McQueen en 1968, que hoy tiene su punto ‘retro’. La última, el remake con Renne Russo y Pierce Brosnan.
Quizá, sólo quizá, el electricista Manuel Fernández Castiñeiras había visto ‘Un plan brillante’ antes de hurtar nuestro códice de la Catedral de Santiago, aunque en esa fantástica película es Michael Caine quien anda conpinchado con Demi Moore para robar el mayor depósito de diamantes del mundo.
El filón continúa con Cameron Díaz y Colin Firth en ‘Un plan perfecto’ (Gambit), a las órdenes de Michael Hoffman, en donde el arte vuelve a ser codiciado objeto de deseo, capaz de suscitar las pasiones más increíbles por poseerlo.