0,0 ganas de volver pero no se puede parar el reloj y para llegar a fin de mes hay que comenzarlo. Mejor pensar que es el campo en donde poder desarrollar la creatividad -algo gandula per se- o los límites de la paciencia, así que no hay otra.
Estos días te ha hecho gracia una noticia que surgía desde el mercado laboral británico y te resultaba cuanto menos sorprendente: el hecho de que la city londinense apueste precisamente en momentos como éstos por contratar profesionales de carreras de humanidades y arte. El paro hace estragos, incluso en sectores tan poco dados a priorizar el dinero y doblegarse ante criterios economicistas. Así nos va -broma a la inversa o reversible para quienes aún no te conocen-. Pero no, hay que ser buenos, los diferentes ‘valores’ bursátiles y humanísticos se buscan para complementarse. Hay noticias que parecen flashes sin más fundamento, como castillos en el aire pero aún así te puede la curiosidad y esperas dentro de un tiempo encontrar más al respecto para forjarte una opinión.
Nuevas y desconcertantes estrategias para los nuevos tiempos mientras estás viendo a gente que lleva a la práctica aquello de ‘de perdidos al río’. Y te gusta porque fuerza cambios que de otro modo no llegarían. A veces la insensatez más grande es el inmovilismo, dejar las cosas como están y seguir tal cual. Preguntas y te cuenta alguien que no echa nada de menos del trabajo. Le insistes con un ‘venga, algo habrá’. ‘N-a-d-a. Pero n-a-d-a’ insiste. Y aunque nunca se lo hayas dicho te encantaría verle lejos de los cálculos y los números y más cerca de la gente, de médico, su verdadera vocación, cerca de ese paraíso de quienes están a gusto con lo que hacen y se consideran bien retribuidos por ello. Que también los hay, por supuesto. Te daría una sorpresa enorme. Tú te has creído en alguna ocasión más que imprescindible, insustituible, pero nadie lo es como bien ya sabes. Ni siquiera los presidentes de gobierno lo son como a los votantes nos gusta hacer notar. Más allá de ‘dios trabajo’ todo lo demás es superfluo.
Así que mejor será respirar hondo y hacer una sencilla gimnasia mental que te prepare para los primeros días de retorno si tienes la suerte de regresar a alguna parte que no sea la larga cola del INEM. Circula por las redes un dispensador repleto de Moët Chandon que no sabes que tal casará con el primer café de la mañana. Pero la idea está ahí para comenzar el curso de manera diferente, con esos detalles que tanto gustan y tantísimo escasean entre los responsables de los Recursos Humanos (RRHH). No es preciso que sea Moët. Bromas aparte, no está el horno para bollos. Aunque volver al trabajo, te refieres, en las condiciones en que está es ardua tarea y parece que nadie tenga derecho a quejarse porque siempre hay quien está peor y ni siquiera tienen la opción de reciclarse a través de la red. Qué esfuerzo más enorme requieren los nuevos tiempos porque sin un mínimo de conocimientos la red es un océano inmenso en cuyas profundidades perderse bajo un mareo atroz.
De estos nuevos tiempos que nadie sabe hacia donde nos llevan y qué nos depararán, me resisto a no referir la premonitoria ‘Metropolis’ de Fritz Lang, un clásico cinematográfico cuyo mensaje continúa vigente siempre, a pesar de que la era industrial parece haber sido escondida bajo la alfombra. Qué nos redimirá de la máquina está por ver.
De ti depende convertir el momento ‘0,0 ganas’ en una gimnasia mental hacia la resistencia calibrando seriamente la posibilidad de cambio. A veces incluso te parece estimulante experimentar la insensatez acompañándola de un ligero toque de irreverencia. Puede ser hasta productiva.