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Fani Fernández

Mil piruetas

Las chicas son guerreras

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Hay algo más arduo que ser mujer profesional y madre felizmente realizada y es serlo viviendo en uno de los pueblos de nuestra geografía. Sin infraestructuras, medios ni mentalidad que coadyuven a todo ello, defendiendo el derecho a permanecer en tu tierra para labrarte un futuro y el de tus hijos arraigados a su gente y su cultura, conviviendo con las dificultades acentuadas por la crisis en las cada vez más despobladas comarcas de interior. Ejercer de super woman por la ciudad tampoco es un camino de rosas en medio de una exacerbada competitividad, movilidad laboral y el consiguiente desarraigo. En cualquier lugar disfrutar de vuestros derechos supone renuncias e incompatibilidades y sacrificios en cuanto a cercanía familiar y dedicación y hasta la nanny que contratéis tendrá hijos que atender, enfermedades que asistir, vacaciones escolares que cubrir y seguridad social que pagar. Y te puede gustar o no. Sin tener en cuenta que niño = imprevisto. Eso sólo hablando de las necesidades más estrictamente primarias sin nombrar la palabra cariño.

Calibrando a qué precio se paga a una licenciada superior y a cuánto la hora de una cuidadora no hace falta añadir más; la conciliación se convierte en una prueba de obstáculos constante, carga para los abuelos, carne de comedor escolar y un imposible para empresarias y autónomas que casi no pueden ver a sus hijos. Afortunadamente se puede dar con la fórmula más o menos mágica atendiendo a cada circunstancia pero el coste emocional causado por la auto exigencia al forzar las máquinas roza la insensatez. Todo sea por la tan ansiada realización personal.

Recuerdas cómo tu madre te educó para que no dependieras de nadie y pudieras labrarte tu propio futuro. Ha sido el gran salto de las nuevas generaciones. Te dio las armas, pero éstas no sirven de apoyo para salir de casa día tras día dejando a tus hijos. Por su parte la sociedad te dio derechos pero paradójicamente no te está permitiendo disfrutar de ellos. Una mentira cínica. Y con los recortes más.

‘Nos han vendido la panacea de la igualdad y no nos gusta’, ‘Menudo timo’, dicen algunas amigas con hijos más mayores. Otras te sorprenden con la seguridad aparente con que viven su vida casi como si no tuvieran hijos ‘y bien’, afirman. Si en eso consiste la igualdad no la quieres. Las más concluyen que siempre es mejor trabajar porque al final ‘la diferencia de comportamiento entre quienes pasan más tiempo con sus padres y quienes no lo hacen es mínima’. Diversidad de opiniones pero casi ninguna está del todo satisfecha con la vida que lleva. Además te da la impresión de que en muchas -trabajéis fuera de casa o no- subyace cierto sentimiento de culpa.

Si algo te resulta reconfortante después de todo es la claridad con que la mujer de hoy vive por encima de cuotas, eslóganes y modelos a seguir procedentes de su pareja y círculo social en donde los ‘consejos’ llueven por doquier. Tenéis formación y cultura para hacerlo. Ante la diatriba de elegir entre trabajo y familia muchas seguiréis optando por la familia. Otras convertiréis en una odisea digna de novela el pasar del día a la noche durante media vida y habrá valido la pena. El problema es que aún hoy para muchas continúa sin ser una opción libre. Pero si algo está claro ayer como hoy, tal y como decían los chicos de La Coz, es que las chicas sois guerreras, auténtico motor social, luchadoras incansables muchas veces hasta la extenuación.

Hasta las princesas Disney están cambiando: “Las chicas son guerreras”.


marzo 2013
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