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Fani Fernández

Mil piruetas

Lo que pasa entre reposición y reposición de Pretty Woman


Estás contenta. Los atisbos de humanidad y gestos que estos días observas en la calle te reconcilian con muchas cosas pero como La Situación va para largo -nos conocemos mucho y somos algo escépticos-, no quieres caer en el auto engaño. De un tiempo a esta parte querrías que cada día pasara más fácil, más suavemente. Y haces lo posible para que así sea. Este fin de semana el lujo más grande que te has permitido ha sido atrincherarte en el sofá a darle vueltas a tu economía y… a ver ‘Pretty Woman’. Otra vez. Cierto es que hubieras preferido otra película, ‘Erin Brockovich’, por citar un ejemplo pero los programadores parecen preferir la primera a la que le valió el óscar como actriz a Julia Roberts.

El tiempo lluvioso ha acompañado. Han sido días de andar por casa ordenando armarios y de salir poco o nada. Los sábados y domingos son un poco más grises desde que habéis prescindido de los canales de pago y a pesar de que de momento podéis asumir que suban escandalosamente el recibo del agua o la luz, no te atreves ni a pensar que sería de ti si te quedaras sin el opio del pueblo, al menos el tuyo, el cine de sofá. Pan y cine. Así lo vives tú. Una desgracia como cualquier otra, máxime en estos tiempos, no vayan a pensar que no.

Hablas dolida. Lo estás y mucho por las alas sesgadas al débil séptimo arte, porque a la subida del IVA y a la progresiva desaparición de las entrañables salas de barrio, de verano y de pueblo se suman ahora los temidos recortes que no por ‘inevitables’ son menos crueles. Peor es quedarse sin trabajo y cada vez somos más por lo que acorde a los nuevos tiempos e imbuida de una resignación digna de Olivia de Havilland en ‘Lo que el viento se llevó’ deseas cuanto antes ir haciéndote a la idea de lo que te espera próximamente en tu pantalla -a ti y en un futuro no muy lejano a tus hijos-. Qué entenderán ellos por la palabra cine.

Del cine te gusta todo, así que ‘no problem’. Te sumerges en ese estado beatífico de semiletargo en que encuentras el karma total a pesar de la repelente afectación y engreimiento de Richard Gere y que te echen minutos. Dudas si coger algo de chocolate de la nevera. De momento te resistes aunque sabes cómo acabará la historia. Esta también, pero no importa. Llega tu hija mayor y te recuerda que necesita la ropa planchada para salir en el preciso instante en que la amiga de Vivian le aconseja que nunca bese en la boca a sus clientes. Tu primogénita mira ojiplática (como Sònia Valiente) la pantalla y luego a ti y se va mientras le respondes con un evasivo ‘en el descanso, cariño’. Estás viendo cómo Roberts va vestida y masca chicle casi horripilada y en eso llama tu madre, qué intuición la suya para los grandes momentos, para ver la comida de mañana en dónde, ‘pues aquí mismo, no te preocupes, mamá’.

Llega uno de las secuencias que más te gustan del film. Te refieres a la escena en que ella derrocha dinero por las tiendas más exclusivas. Te estás imaginando sin ningún tipo de esfuerzo en ese papel cuando suena el timbre…. Lotería de la Cofradía, ‘Sólo un numerito, por favor’. ‘Qué piernas tiene la de Georgia’, por cierto, no sabes por que extraña asociación de ideas recuerdas que has de llamar a tu esteticista y que las botas de caño alto que te compraste aún podrían estilarse si son combinadas con acierto. Vas al baño. Intentas abrir pero no puedes. Escuchas a tu hija pequeña acorazada allí dentro con un ‘estoy ocupada’ y te hace gracia su inocente giro a una de las frases de excusa más pronunciadas alrededor del mundo, casi tanto como ‘nadie es perfecto’.

Hoy no has ido al café con las amigas. Vuelves tus pensamientos hacia la peli, ahora Vivian se dedica a pisar y tapar los agujeros del campo de hockey sobre hierba con sus tacones. Tienes que aprender a pisar con esa gracia natural pero mientras estudias cómo hacerlo ya se te están saltando las lágrimas al ver a Edward recordando la figura de su ejecutivo y ausente padre.

Te sorprende que no hayan puesto nuevamente -una más por qué no- ‘Cuatro bodas y un funeral’ por la 1, ni siquiera te extrañaría ya que la echaran por la 2. A estas alturas no puedes decir que tengas manías respecto a ‘Pretty Woman’, ‘Memorias de África’, ‘Tienes un e-Mail’ o ‘El Diario de Bridgette Jones’ o ‘Algo para recordar’. Tanto da. El efecto que producen en ti viene a ser el mismo. Ahora, desde luego, no te gusta nada Gere, si has de quedarte con un canoso hollywoodiense preferirías que fuera Clint Eastwood porque te recuerda más a tu marido pero en cinematográfico y te sentirías menos culpable. En el hipotético.
De ella, que te cae bien, te quedas con Erin Brockovich, basada en hechos reales, quizá de una realidad más cotidiana y más dura, pero más bella que la de Pretty Woman. No puedes evitarlo.

La has vuelto a ver enterita, casi sin querer, pero como apuntaba Manuel Alcántara el otro día en su columna no se trata de elogiar la frivolidad sino de hacerle justicia a los sucesos más o menos banales que nos hacen llevadera la vida. Para ti la vida esta tarde es lo que pasa entre reposición y reposición. Lo que pasa entre reposición y reposición de Pretty Woman.


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