Me imagino la escena. Aeropuerto de Detroit. Dos trajeados con móvil en la oreja se dedican una sonrisa de cortesía. Por ahora, la diferencia entre uno y otro es que uno lleva la insignia de Ford y otro la de General Motors. Cuando la llamada termina, los dos alardean de que sus coches son los mejores y los que más se van a vender.
Nada más entrar al avión, el de Ford se sienta. Viaja en business y le dedica al de General Motors, que lleva billete de turista, una mirada llena de sarcasmo y superioridad.
La aerolínea americana Delta Airlines desveló hace poco en una comida con la prensa en Valencia que Ford había vuelto a viajar en clase business y aseguraban que esto es marketing entre directivos. Es decir, que en lugar de gastarse 400 euros en un billete se gastan 2.000 sólo para que, en el caso de algún directivo de la compañía rival viaje en el mismo avión, vean que su compañía rival gasta ya a manos plenas mientras que ellos aún no lo hacen.
Esto se piensa en Estados Unidos donde, parece ser, que salir de la crisis sólo se puede demostrar volviendo a gastar sin raciocinio. Para que luego digan que la economía son ciclos…