“Has tenido mucha suerte. Eres una afortunada si lo tienes porque llevamos un mes y medio sin ninguna unidad”. Esta sorprendente frase la oí esta semana en una perfumería del centro comercial Nuevo Centro de Valencia. “Ha habido un ruptura de stock”, añadió la dependiente en referencia al perfume Chloe, una fragancia de 75 mililitros que cuesta en el entorno de 70 euros.
La ruptura de stock es una de las peores cosas que le pueden pasar a una industria. No se trata de un simple “no me quedan” sino que va un poco más allá. Hablando en plata, significa que el fabricante se ha quedado sin unidades para vender y que no sabe cuándo volverá a tener. Normalmente, sí que lo sabe pero como la situación se puede alargar meses se suele optar por decir que no se sabe cuándo podrá reponer. Pierde la compra de impulso y además invita a olvidarse de la marca y empezar a pensar en otras.
El caso en sí me llama la atención porque se trata de un artículo que está muy lejos de lo que se puede denominar “primera necesidad” y, además, es de un precio respetable para la gran mayoría de economías. El problema no está, ni mucho menos, en la inexperiencia de un pyme. La marca de perfumes Chloe es propiedad desde 2005 de Coty Inc, una de las principales compañías del mundo de fragancias, que en los últimos meses había realizado una campaña de publicidad para dar a conocer el producto.
Toda una multinacional, que en plena crisis de consumo especialmente en España, tiene problemas para suministrar lo que le pide la demanda.