La reducción de costes que tiene que aplicar el Consell es necesaria. Por tanto, concentrar al mayor número de funcionarios y empleados públicos en un sólo recinto en propiedad que no tenga un coste de alquiler es una decisión digna de alabar. Sin embargo, existen daños colaterales como es perjudicar al mercado de oficinas de la ciudad de Valencia y, especialmente, al Valencia CF.
La concentración de funcionarios y empleados públicos en la antigua cárcel modelo va a suponer un abandono masivo de oficinas en toda la ciudad aumentado, aún más, la oferta. Esta acertada apuesta del Consell provocará una importante merma de ingresos para los propietarios de estas oficinas que en un mercado como el de la ciudad en la que sobran muchos metros cuadrados de oficinas se verán abocados a una bajada adicional de los precios.
Además, como es lógico, los proyectos de nuevas oficinas se deben de parar y ahí, el viejo Mestalla, será uno de los grandes perdedores. No es una cuestión de un, dos o cinco años. Avenida Aragón es desde hace mucho tiempo lugar prime de oficinas y, por tanto, derribar el estadio para albergar empresas era una idea cargada de lógica y ahora es una locura sólo propia de Dalport’s y nuevos sucedaneos que pueda crear el loco mundo del fútbol. El Valencia CF tiene ahora un activo tóxico con muy dificil solución. Su ubicación es estratégica pero las opciones de que forme parte de una operación real es nula por lo menos durante esta década.
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