Entre todos los artículos que vi ayer en la nave del Puerto de Valencia donde se guardan las falsificaciones que se incautan, la única que tuve la tentación de quedarme fue con los bolígrafos de cristal azul BIC. Al tocar los pañuelos de “Gucci” me dio la sensación de tocar un tejido áspero impropio de un artículo glamuroso. Cuando tuve en la mano una copia de Louis Vuitton se me quedó pegada la cartera como es habitual en los productos de plástico. Lo mismo tengo que decir sobre los bolsos de Tous. Con las cremas, perfumes, cigarrillos.. ni me atreví a probar.
Pero no ocurrió lo mismo con los bolígrafos BIC. Misma sensación que con los originales. Según lo que vi, la copia más exacta de cuantas llegan al Puerto de Valencia.
La directora general de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), María del Val Díez, dijo ayer que los artículos más falsificados eran los más caros. “Los de moda del año anterior” aunque, como todos imaginamos, “sin la misma calidad y duración” además de los posibles efectos secundarios. ¿Pero el boli BIC? Este bolígrafo no cumple estas condiciones. Tras buscar en google, el precio mínimo del BIC azul de cristal es de 0,19 euros. Entonces, ¿por qué se falsifica un bolígrafo BIC?
El volumen, en este caso, es la clave. Todos los días, consumidores en todo el mundo escogen comprar 24 millones de productos de papelería BIC, según refleja la página web por lo que estamos ante un caso en el que el margen que gana el falsificador por cada unidad podría estar incluso por debajo del céntimo de euro. Y, sobre todo, ¿alguien pensaba que en un top manta o tienda de chinos el boli BIC podía ser una falsificación?
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