Llevamos unas semanas en las que no se habla de la prohibición absoluta de fumar en bares y cafeterías. Sin embargo, hay una de las normas de la actual ley que se incumple con total permisividad, lo cual irrita tanto a fumadores como a los propietarios de los locales mientras que los no fumadores ni se enteran.
La cuestión está en que en la última normativa, para evitar la venta de tabaco a menores, se estipuló la necesidad de que las máquinas expendedoras de cigarrillos estuvieran desconectadas y sólo se pudieran activar mediante un mando a distancia. Éste, colocado detrás de la barra del bar, debía ser un elemento disuasorio para los que no han cumplido los 18 años.
Hoy en día, el mandito tiene un uso más que absurdo. Suele estar colgado junto a la ranura por donde se introducen las monedas en la máquina de manera que su objetivo de ser un elemento de control ha desaparecido. En otras ocasiones está colgado junto a la barra y, tras preguntar su ubicación al camerero, suelen contestar: “Dale tu mismo”.
Cuando se debatió sobre la prohibición total de fumar en los bares y cuando vuelva a la actualidad esta cuestión, se pondrá sobre la mesa lo absurdo que supuso a bares y restaurantes tabicar su local para diferenciar y aislar a los fumadores. La inversión se habrá tirado a la basura. En todos estos locales estas obras costaron varios miles de euros. Con el mandito fue mucho menos, pero ya se ha puesto de manifiesto lo ilógico de una normativa sistemáticamente incumplida.