La escena se repite todas las Fallas. Un grupo de amigos, en el cual alguien todavía no ha llegado, quedan para visitar las Fallas de Especial. “¿Vamos a Na Jordana o a Convento?”, dice uno para abrir un debate eterno y cansino.
En el grupo siempre aparece uno que dice que la ruta ya estaba hablada y que no se debe cambiar. Otro parece moverse pero sólo va a por una docena de buñuelos. Y las horas pasan sin que nadie se mueva pese a que el frío es una razón más que convincente para iniciar el camino.
Y la historia se repite al día siguiente sobre qué ubicación se debe elegir para la mascletá, el castillo o la verbena a la que acudir. Entre medias, risas, desesperación y paciencia.
Lo malo de esta filosofía es que, una vez trasladada a la economía, las risas no existen. De este modo, nos quedamos sólo con desesperación y paciencia, es decir, los pesimistas y los optimistas.
Párate a pensar lo que está pasando en la economía valenciana. En el fondo, los actores están de Fallas. Se vigilan dentro del círculo económico pero, como mucho, van a por buñuelos, naturalmente, de aire.