La inversión que la Comunitat Valenciana ha realizado para el turismo (con la Copa América y la Fórmula 1 a la cabeza) tenía un grave fallo en la parcela de los cruceros. Tras convencer al turista para que visitara Valencia, la ciudad le recibía con su peor cara. Los turistas bajan hoy en día del barco en la que es una de las zonas de menos glamour de la Comunitat: el puerto de mercancías.
Rodeados de grúas y contenedores de China, el crucerista lograba salir de la zona de mercancías y se daba de golpe con el edificio que ocupa el restaurante ‘Los bestias’. La imagen, sin menospreciar a este negocio, no es la mejor de Valencia.
A partir del verano de 2013, la imagen será distinta. Hace unos meses pude entrar en barco por donde navegarán los cruceros cuando se acaben las obras de los atraques. El primer edificio que se visiona es el Veles e Vents con la ciudad al fondo y la playa de las Arenas (o del Cabanyal como ahora la quiere llamar el Ayuntamiento de Valencia) con el imponente edificio del balenario de las Arenas.
La sensación que me transmitió fue la de llegar a una ciudad que mira al mar. Cuestión de imagen.