LA ABADÍA DE LOS CRÍMENES
Antonio Gómez Rufo
Planeta
21.50 euros
388 páginas
Recuerda Enrique Vila-Matas en ‘París no se acaba nunca’ el escalofrío que recorrió su cuerpo cuando Marguerite Durás le anotó en un papel varias instrucciones útiles para escribir novelas. Se trata de trece puntos donde se recuerda la necesidad de evitar problemas de estructura, la importancia de la unidad y la armonía… en el punto sexto se apunta la importancia de la versosimilitud, y en el décimo tercero, la necesidad de atender los registros lingüísticos. Y todo esto viene a cuento de que la nueva novela de Antonio Gómez Rufo elude estos dos últimos puntos. Es poco creíble y los registros lingüísticos utilizados no parecen los más acordes con las situaciones que se narran. En fin. La novela es una historia de intriga, se titula (excepto en el uso del genitivo como el plural ‘de los crímenes’) como Eco aseguró que tenía pensado titular ‘El nombre de la rosa’ (‘La abadía del crimen’), la protagonista es una monja investigadora que emplea la lógica y el escepticismo para desenmascarar una serie de crímenes acontecidos en un convento situado en las faldas de una montaña, y también hay veneno por medio, y también se desarrolla durante el medievo y hasta la editorial pretende sugerir que la novela sigue la senda marcada por la gran obra literaria de Eco. Desgraciadamente, no es así. La presencia de Jaume I metido a investigador es, como poco, extravagante. Las insinuaciones sobre el nacionalismo catalán en el arranque del siglo XIII tampoco son cronológicamente oportunas. Los capítulos dedicados a las conversaciones entre las damas de compañía y la reina Leonor de Castilla no terminan de casar en una historia de crímenes, más allá de un guiño a las lectoras gustosas de lo que se puede denomina ‘conversaciones entre mujeres’. Las píldoras de divulgación de hechos históricos interrumpen una trama que tarda en arrancar para tratarse de una novela de intriga en la que los culpables quedan señalados casi desde el principio.
VALORACIÓN: El autor se lanza a la novela de intriga con un poquito de historia, otro poco de amor y un toque político, pero el intento no está muy bien resuelto. No está mal escrita, ni mucho menos, pero da la sensación de que el autor no está cómodo con la historia, como si se tratase de un encargo. La intriga queda solapada por un final previsible. Quizá no sea así, y la historia narrada nace de las entrañas y la convicción literaria de Gómez Rufo, pero la sensación que da es de poca verosimilitud, de experimento fallido por parte de un escritor con oficio que, en este caso, no logra un producto convincente.
BURGUERA