ILDEFONSO RODRÍGUEZ
Periodista y profesor de Filosofía del Cine en la Universidad Católica de Valencia
RÉQUIEM ALEMÁN
Philip Kerr
RBA
13.50 euros
448 páginas
En este último acto de su trilogía berlinesa Philip Kerr vuelve a presentarnos a su sardónico detective Bernie Gunther. Y otra vez nos da estupendas lecciones sobre la historia de Alemania de forma amena e interesante. En esta ocasión nos acerca a los problemas del país germano derivados de su derrota en la II Guerra Mundial. Tanto es así que la principal dificultad que encuentra el ex policía, ex SS y ex soldado Bernie Gunther (en 1947 en Alemania solo se podía ser ex) en esta entrega es el hambre que padece y la desolación que observa a su alrededor. Un Berlín que ya no existe, del que solo quedan ruinas y arruinados y que está siendo expoliado por soviéticos, sin ningún tipo de escrúpulos ni formalidades y por americanos, con muchas formalidades.
Lo que pretende el escritor británico en esta novela negra es describir un acertado panorama de la Alemania inmediatamente posterior a la batalla de Berlín y a su incondicional y absoluta derrota en la Segunda guerra mundial. Las pesquisas y andanzas de Gunther no son más que una excusa para dibujarnos para hacernos ‘ver’ y ‘vivir’ más que explicar o comprender el drama que tuvieron que vivir los alemanes tras la derrota. Una derrota física, Berlín es una ciudad destruida y arrasada por las bombas, y espiritual, los alemanes se sienten culpables y deben hacer examen de conciencia sobre aquello de lo que han sido responsables durante la guerra. “Tranquilo los alemanes son gente muy discreta, tuvieron el campo de concentración de Dachau ahí al lado durante años y nadie se enteró de nada” hace decir Kerr en esta novela a uno de sus personajes.
Tan asolada y arruinada está Berlín que Gunther debe salir de ella para ganársela vida. Su destino es Viena, la otra capital del derrotado Reich, donde las cosas parecen ir un poco mejor mejor. “Si los británicos tardan un mes más en llegar para filmar su película sobre la Viena destruida no van a encontrar ni una ventana rota”, comenta uno de los burócratas austriacos. Allí el detective prusiano deberá vérselas con las intrigas entre los nuevos poderes emergentes, los soviéticos y los americanos que comienzan ya a repartirse Alemania, Austria y el poder en la Nueva Europa.
Pero la cuestión más espinosa que aborda Kerr es el del destino de los miles de criminales de guerra nazis que quedaron impunes y que se libraron del justo castigo. La teoría que apunta el escritor escocés en este volumen es que tanto los americanos como los soviéticos utilizaron sus valiosos servicios para fortalecer sus posiciones en Centro Europa. Además de criminales los antiguos jefes nazis eran gente útil, preparada e informada para situaciones de confrontación y guerra. Por ellos comunistas y demócratas comienzan una carrera para reclutarlos para sus propios servicios de inteligencia. Los nazis cambian de collar y se reintegran en las nuevas sociedades alemana y austriaca al servicio y a sueldo de sus antiguos enemigos.
La tensión creciente entre rusos y americanos se palpa, se siente y en medio unos alemanes entregados, resignados y culpables por tantos años de errores y horrores. De silencio y complicidad con unos dirigentes que sin remordimientos se integran en las nuevas estructuras de poder. Tal y como sucedió en los países de Europa del este tras la caída de los regímenes comunistas a principios de los noventa.
Esto es lo que se encuentra Gunther bajo el inocente encargo de viajar a Viena a investigar y defender la inocencia de un antiguo compañero de armas que va a ser ejecutado por un crimen que dice que no ha cometido.
Como es habitual Kerr nos describe perfectamente la atmósfera de los escenarios que recorre su héroe, en esta ocasión la Viena de 1947, la misma Viena que Welles y Reed retrataron en la película “El tercer hombre”. Película que homenajea magistralmente el autor en esta novela. No solo la historia y ‘el mundo’ descrito por Kerr son idénticos al de la obra de Carol Reed sino que además en la propia trama novelesca aparecen los cámaras, los directores y los actores que están rodando “una película para una productora inglesa”.
A pesar del apocalíptico y dramático panorama descrito por Kerr, Gunther no pierde ni la ironía ni el sentido del humor a pesar de estará punto de perder a su mujer debido al chocolate que traen los americanos a Berlín.