VIENTOS DE CUARESMA
Leonardo Padura
Maxi Tusquets
225 páginas
9 euros
Mario Conde se enfrenta a la investigación del asesinato de una joven con fama de comportamiento modélico, si bien conforme avanza en las pesquisas, el detective comprueba que no es oro todo lo que reluce. El teniente debe realizar sus averiguaciones en su antiguo instituto, lo que le obliga a revisar su pasado, una labor policial que alterna con un romance torrencial que lo trastoca, una alteración que afecta a toda La Habana, pues la trama se desarrolla en la temporada en que sopla el ardiente y potente viento de cuaresma.
VALORACIÓN: La gracia del pisto son la mezcla de sus ingredientes. Por separado, la verdura y el tomate frito está bueno, pero ya no es un pisto, sino un plato de verdura o de tomate. Con la novela negra pasa igual, pues hay que mezclar la investigación del caso, las circunstancias personales del detective, el contexto social en el que se mueven los protagonistas y la moral, generalmente laxa, que envuelve a los sujetos de la acción. En el caso de Padura y de ‘Vientos de cuaresma’ (aunque ya le pasó en ‘Adiós, Hemingway’, según me comentan ilustres firmas invitadas de este blog), pone todos los ingredientes, pero no en todo momento los mezcla. Es más, en muchos momentos de la novela, no se mezcla nada. Entretiene, ciertamente, y se aleja de la escuela cubana más retórica, demasiado adornada. Está bien, Padura, no pincha, pero tampoco impacta. Está muy bien reflejada y matizada la relación de amistad, sus claros y sus sombras, entre Conde y la mayoría de esos viejos amigos a los que uno siente que les debe tanto que ya es tarde incluso para dar las gracias y hasta para devolver todo lo recibido. Algunos retratos están bien pintados con pocos trazos (Karina, Manuel Palacios o Candito el Rojo), pero otros le quedan sueltos (Fabricio o el Flaco).
BURGUERA