MIGUEL A. HOYOS
Editor del Telediario Fin de Semana de TVE
EL CAMPO DEL ALFARERO
Salamandra
224 páginas
14 euros
Se llama Camilleri, Andrea Camilleri, y suele llegar en verano. También en invierno, en otoño…en general cuando la realidad nos da una mínima pausa o cuando la realidad es un poco más fea que de costumbre y necesitamos una tila de ficción evasiva. Entonces Camilleri no falla. Camilleri hizo un pacto con algún demonio siciliano. Tiene el don de la eterna vejez. Camilleri es también el Woody Allen de Sicilia, ustedes me entienden. Escribe a la velocidad del rayo, cada año publica no un libro sino tres o cuatro. Habitualmente uno de su comisario Montalbano y otros, como ese delicioso “La concesión del teléfono” o “El guardabarreras” que están entre la memoria, la leyenda y el juego literario. Camilleri se divierte endemoniadamente escribiendo y se le nota. Pero como Allen, también es irregular. Su Montalbano, en algún momento se perdió, o llegó a resultar reiterativo: Vigatà, Montelusa, Augello, Fazio, Livia…sufrieron demasiadas idas y venidas sin apenas moverse del sitio. Pero como Woody Allen, Camilleri de repente se reaparece y cuando menos lo esperas, vuelve a ser más él que nunca. Creo que algo del mejor Montalbano está en sus dos últimos libros “La Pista de Arena”, magnífico, embriagador, divertidísimo, imprescindible y este fascinante y recién publicado “El Campo del Alfarero” donde Montalbano se nos va haciendo viejo y más cascarrabias, donde habla más consigo mismo, hasta se discute, y en ese meterse hacia dentro surge lo mejor de él.
VALORACIÓN: Simplemente hay que leerlo. Montalbano es más persona que nunca, Camilleri es más socarrón que de costumbre, se ríe tanto de sí mismo, se caricaturiza tanto que alcanza altas cotas de realidad. En estado de gracia. Enorme respeto a los códigos de la novela negra pero con salmonete, anchoa y caponattina. Y las mujeres, señores, las mujeres, que habiamos echado de menos en anteriores novelas. Indrig y la amazona en “La Pista de Arena” son reales, son poderosas y su presencia es determinante. Lo mismo ocurre con Dolores Alfano en “El Campo del Alfarero”. Más viejo, sí, pero más vivo.