Edgardo Cozarinsky
Tusquets Editores. Colección Andanzas
121 páginas
Contiene ‘La tercera mañana’ todos los mitos argentinos, pero, y hay está lo bueno, todos desmitificados. El adolescente que explora la noche porteña cuando Buenos Aires aún no conocía la dictadura. El joven argentino que se busca la vida ¿donde?, en París, claro. El tango doliente. El amor imposible, en este caso entre un viejo y una joven tan bella, tan etérea y tan polaca como deben ser las buenas argentinas. Un amante vergonzoso, vengonzante y un poco avergonzado. Y la redención final que en Argentina no deja de ser un posible hundimiento. Todo esto está en ‘La Tercera mañana’. Eso y Cortázar, y una puta del puerto que sueña con que la rescata un capitán de barco, y una aristócrata madura y voraz y un dos o tres tangos, algún poema y hasta Calamaro.
Pues bien, con esa mezcla, demasiado explosiva, Edgardo Cozarinsky consigue una novelita que pellizca. Sabe perfilar, sabe insinuar, sabe esconder. En literatura, esconcer evocando es un arte. Cozarinsky lo consigue. Ninguno de los lugares comunes es completamente común. Quizá la clave es el pesimismo del autor, o lo poco épico que se muestra, o… Otra clave es que domina la técnica del cuento. La historia principal burbujea entre als historias secundarias, que cuida con esmero.
VALORACIÓN: ‘La tercera mañana’ son en realidad tres episodios, tres cuentitos que son uno y que dejan muy buen sabor. Que esconden más de lo que dicen pero que no dicen mentira. Se lee con agrado y cosquillea