MIGUEL A. HOYOS
Editor del Telediario de Fin de Semana de TVE
EL AÑO DE LA LIEBRE
Arto Paasilinna
Anagrama
181 páginas
Los nórdicos son en el fondo los más diferentes entre los europeos. Tienen otro ritmo, otra sentimentalidad. Los escandinavos son muy suyos. Pero es que los finlandeses no son ni escandinavos. Con eso se dice todo. Son otra cosa. Son renos verdes. Y por si fuera poco, Arto Paasilinna no es el más normal de los finlandeses. Ese es su encanto, su brutal atractivo. Paasilinna tiene un mundo propio. Sus personajes sienten y actúan de otra manera. Importa mucho más un deshielo que una muerte, una liebre, que la mujer de tu vida. Nos venden a Paasilina como un escritor con gran sentido del humor. Lo es, siemrpe y cuando coincidamos en que lo suyo es humor.
El asunto es que este finlandés ha conseguido renombre y respeto con genialidades como ‘La dulce envenenadora’ pero aún no se había publicado en España ‘El año de la liebre’ que se considera su gran obra. La acaban de publicar. Y el libro se puede leer. Hay apuestas magistrales: que una liebre, sin hablar como la de Alicia, ni tener poderes mágicos, sea capaz de cambiarlo todo. Y que su presencia anodina, sea un referente en todo el libro…¡una liebre!. Eso es un acierto estratosférico. Pero lo mejor es el tema del libro: una crisis y un cambio radical. Un periodista que a los cuarenta años decide dejar atrás su vida, romper con todo a lo cafre y no dejarse ser, sino dejar que los árboles, los caminos, las gentes ( en general enloquecidas) que va encontrando lo vayan esculpiendo. El tipo se abandona a su país, a cada región, a cada bosque. Sin buscar nada, sin pesados monólogos interiores. En ese transcurrir hay momentos sublimes, como cuando se salva del incendio sumergiéndose en el río, sin dejar de beber aguardiente.
VALORACIÓN: Es un libro extraño. A unos les fascinará. A otros les dejará fríos. A muchos les parecerá absurdo. La mayoria no entenderá el final y pensándolo bien, quizá tampoco el principio. Da igual. Es un libro, que en un momento determinado de la vida te deja con una enorme sonrisa existencial. Eso sí, los finlandeses, están un poco chiflados.