EL CONGRESO DE LITERATURA
César Aira
Mondadori
116 páginas
15 euros
Un escritor argentino viaja hasta Venezuela para asistir a un congreso de literatura con el secreto deseo de poner en marcha una invención genética que le permita dominar el mundo. Los prepativos para llevar a cabo esa aspiración del literato, que a la vez es un científico perturbado, acaparan buena parte de la novela hasta un desenlace imprevisto.
VALORACIÓN: A veces da la sensación de que Aira se esfuerza en destacar la influencia que han ejercido en él los grandes iconos de la literatura latinoamericana (y universal): Cortázar y Borges. Sobre todo, Borges, claro. De modo que en lo que Borges parecía natural en Aira no lo parece tanto. No obstante, la inteligencia del planteamiento de esta pequeña novela es evidente una vez se mete uno en ella. Hay ironía, hay ingenio y, a veces, no hay manera de entender nada. Algunas frases son indescifrables y no sé si alguien más allá del autor podría explicarlas. El relato arranca con fluidez. Cuando Aira escribe fluido es entretenido. Sin embargo, y tal y como él mismo reconoce, tiene la manía de “agregar cosas” (pág. 76), y en ese momento de gustarse y redondear el texto, se mira tanto hacia dentro que se encripta como una tumba egipcia (“tan perfeccionista soy”, dice en pag. 51). De la vigencia del texto y de su buena narración da testimonio que hasta el punto final uno puede tener la sensación de que la historia se fabuló ayer. Ha envejecido bien. Aira escribió el texto en 1996. En Argentina se editó en 1997. Eran años en que la clonación era asunto de portadas de periódicos (como lo fue la oveja Dolly). Aira hace girar la historia en relación a los clones y los genes. Divertido y osado cuando incluye a Carlos Fuentes en el relato. Brillante cuando disculpa a su abeja (pág. 102) por una confusión fatal y compara ese error a la visión de los críticos literarios cuando funden en una misma cosa al escritor (Fuentes) y a sus libros. El autor puntea sin querer entrar a cuchillo en el ambiente y la utilidad de los congresos literarios, las imposturas y las vanidades. El final, una apuesta por el humor absurdo, y ciertos pasajes oníricos, no me convencen.
BURGUERA